Capítulo 50 ✔

1.7K 102 0
                                    

Pov Ana

No entiendo nada lo que me está pasando, le dije que no me dolería y eso pensé, pero que me mire como si no me conociera después de todo y que pase por mi lado sin dirigirme la mirada es demasiado.

Si esto es lo que quiere no voy a intervenir, pero que me diga algo que no escape como un vil cobarde, que cuando nos toque sección juntos, sea el primero en entregar y salir, pero no queda ahí si es que le da la reverenda gana de asistir también

No tengo unos quince años para estar pidiendo una explicación, no soy una niña para estar preguntándole si está todo bien.

A todo esto, las voces aumentan, nunca he sido una mujer que viva en la boca de los demás y yo esté pendiente, bueno, quizás en algunas, pero no toda una universidad, que vengan personas que ni conoces a decirte

«Ana, dicen que haya detrás están los dos bien acaramelado, no que Luis era tu novio» ese dice solo lo mencionan las personas que no tienen los pantalones bien puestos para decir he visto, pero yo no les puedo contestar así porque les daría el gusto.

Mi típica respuesta es «No me importa lo que están haciendo» y continuo mi camino, pero lo que no saben es que me muero de ganas por arrancarle cada extensión oxigenada de su cabeza, solo contengo mis ganas para salir de ahí.

Ya no aguanto más las habladurías, me largo a casa, cojo la motocicleta para irme directo hasta que la veo a ella.

—Hola, querida -mi mente hace un flashback aumentando mi ira.

—¿Qué es lo que quieres, Rosmeri? -digo cansada, solo quiero irme.

— ¿No era que la que iba a rogar era yo? -se para en una posición de una diva cuando se ve ridícula.

—Yo no me escucho rogando o tú sí, creo que te hace falta algunos audífonos, ya no escuchas bien.

—Ana, soy mucho mejor que tú -dice con arrogancia.

—Puedes ser lo mejor, pero nunca y métete esto bien en la cabecita que tienes, nunca serás igual que yo -me encojo de hombros

—Soy mejor que tú, que hasta todos tus novios vienen a mí -se señala como una modelo.

—La diferencia es que a mí no me buscan, si entiendes esa referencia mañana te entrego una estrellita.

—¿Quién te busca? -dice confusa, solo me pongo los cascos para salir de ahí,

Al llegar no se encuentra nadie, la ira sigue en mí, aunque intente ocultarlo, sigue, hay quiero romper todo lo que se encuentre a mi alcance, agradezco que no estuviera Noelia, porque me desquitaría con ella, porque me pediría un montón de explicaciones.

Miro el espejo donde hay estoy con las mismas ansias que esa vez, con ese mismo sentimiento cojo el tacón que está a mis pies lanzándolo contra el espejo.

Veo los pedazos romperse uno por uno, estallando contra el piso, mi imagen se quiebra, solo me hace recordar a esos tiempos.

Solo son recuerdos que pasan por mi mente, no estoy aquí, estoy pérdida en mis recuerdos, mi cuerpo está deambulando haciendo quién diablos sabe, pero no estoy siendo consciente, cuando intento recuperarme grito.

—¡¡¡No!!! -Grito sin medirme a los segundos Noelia se encuentra abriendo las puertas de mi cuarto como loca.

— ¡Pero qué te pasó! -grita horrorizada, no por mí, sino por la habitación, ni yo la reconozco, solo recuerdo que rompí el espejo, no que rompí las cortinas, ni todas las cosas que se encuentran regadas por el suelo.

—Descuida, solo necesitaba un poco de aire -sé que me quiere gritar, pero solo cambia su expresión para una desolada.

—Creo que te entiendo -No tú también. Tengo que salir de aquí.

—Si tranquila, voy a salir, está bien, cuando llegue voy a limpiar todo esto -solo me mira y asiente.

Me cambio los jeans que tenía puesto a unos vaqueros sueltos más un top, ya que no necesito ropa muy exuberante al lugar donde quiero ir, por si las dudas llevo una pashmila.

Salgo repitiendo que voy a llegar tarde, ella solo asiente pendiente al móvil, arrancó lo más rápido legal que se permite, el transcurso es largo, pero merece la pena, son una hora y media de camino de aquí hasta allá.

Cuando llego estaciono, para correr a quitarme los zapatos que me estorban al sentir la arena recorriendo mis pies.

Este lugar está tibio con una briza que no quisieras salir nunca de aquí, comienzo a desvestirme sin importar que alguien me mire, me lanzo al mar a lo profundo para sentir las olas sobre mí, de paso reírme como una demente a la hora que una ola me sobrepase por la cabeza.

No entiendo a la gente que no le gusta venir aquí en esta temporada, a mí me encanta, algunos dicen que es por el clima que se encuentra indispuesto.

Hay días donde el calor es tan alto que no sabes que más quitarte o donde meterte, pero también hay días donde no imaginas salir de la cama.

Salgo cuando encuentro mi piel arrugándose, al salir solo me pongo la pashmina encima, me acuesto sobre la arena para dar la despedida al sol dejándome admirar una hermosa vista.

Pero se dice que no todo dura para siempre, alguien tiene que arruinarlo y ese es él.

—Hola Ana - ¿Por qué a mí?

En lo que me convertistes【En edición】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora