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Sonreír. Bailar. Sonreir. Era una dinámica simple, pero casi difícil de lograr cuando tu acompañante estaba constantemente inspeccionando tu rostro. Rose pensaba que había visto todas las formas posibles de "mirar sin mirar su nariz" algunos la miraban fijamente a los ojos muy concentrados en no mirar su nariz, otros miraban fijamente su nariz y habia quienes pasaban de sus ojos a su nariz, de su cabello a su nariz, de sus pechos a.su nariz, pero en todos sus años nunca nadie le había mirado como este caballero lo hacía. Podía sentirlo buscando cada ángulo en su rostro, cada giro, cada cambio en la danza y el seguía mirandola de esa forma tan intensa, su escrutinio la tenía esperando con ansias la llegada del final del baile y no tenía nada que ver con el vals y  Stephen.

- ¿Estarán recibiendo visitas mañana? Consideraría un honor si me permitieran unos momentos de su compañía.- la pregunta llegó en el momento justo en el cual la dejaba junto a su madre. Stephen estaba esperándola y al igual que todos al rededor miraban atentos el intercambio.

- Sí estaremos en casa. A la hora del té.- respondió Rose.

Sonrió y con total elegancia hizo una reverencia a ella y a su madre y se marchó.

- Madre, ¿tengo el rostro manchado?- preguntó apresurada.

- No. ¿Por qué lo preguntas?- respondió su madre.

- Ese caballero se ha pasado mirándome el rostro toda la pieza de baile.- Rose estaba segura que muchos notaron su extraño comportamiento.

- Cautivado. Definitivamente llamaste su atención. - admitió feliz su madre.

- Fue incómodo. Sé que me lo presentaron pero no recuerdo quien es. Y es la primera vez que lo veo en un baile.

- Es un conde.

Un carraspeo , los acordes de un violín, y una palma extendida hacia ella diluyeron todo lo que pudo decir su madre.

¿Cómo había olvidado que Stephen estaba junto a ellas? Tendría que estar prestándole toda su atencion y no hablando de otro caballero frente a él.

- ¿Me concedería este baile my lady?

Rose extendió su brazo y aceptó gustosa ser llevada por Stephen a la pista. El vals en sus brazos era un sueño. Sus pasos eran muy seguros y ella solo tenía que deslizarse junto a él.

- Un día cuando estaba yo más pequeña me colé en el salón y vi a mi hermano tomar clases de baile. Mi madre era su pareja y un profesor daba las instrucciones. En un momento el profesor dijo: nou nou nou. Permítame condesa. Y tomó la posicion de mi madre en los brazos de Robert y lo llevó bailando. ¿Así aprendiste tus bailes?

Rose pudo notar la sorpresa y la diversion en la cara de Stephen y su risa se escuchó en la salón para curiosidad de muchos.

- Y ahora yo no puedo sacarme esa imagen de la cabeza. Pero es una experiencia que debo decirte es muy común. No sabrás de maestras de danza. Sin embargo, yo enseñé a bailar a algunas de las doncellas de mi madre. Me tomó horas pero era eso o soportar las resbaladizas manos del bailarin que contrataron para enseñarme.

- No entiendo. Le sudaban mucho las manos a tu profesor. - Rose preguntó curiosa y de pronto la cara de Stephen se puso blanca.

- No me hagas caso. Soy un idiota. Y ahora debes perdonarme por hablar de de tal forma frente a ti. - Stephen se veia mortificado. Y Rose no podia creer que había echado a perder este momento. Aunque tampoco estaba segura de cómo lo habia echado todo a perder.

Los grititos de sorpresa llevaron su miradas a un punto en la pista de baile donde una pobre joven se encontraba en el suelo enredada entre sus faldas. Rose estaba a punto de ir a ayudarla pero pudo ver a un caballero acercándose a levantar a la joven,  justamente era el joven que la miró con tanta atención el baile anterior. Tantos eran los cuchicheos y burlas que nadie se dio cuenta cuando Stephen tomó su brazo y la llevó a uno de los balcones de la casa.

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⏰ Last updated: Jan 17, 2021 ⏰

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Casi perfectaWhere stories live. Discover now