37

2.6K 276 28
                                    

Rose quería sentirse molesta consigo misma, su enfado con Stephen terminó tan pronto comenzó a alistarse y estaba nerviosa porque vendría para llevarla al baile. Quería verse más que bien, quería que Stephen la viera y se preguntara por qué no la hacía su esposa. 

Vestida de seda en azul cielo, el ruedo estaba bordado con hilos de plata, el escote le hacía lucir parte de sus hombros y pecho, Rose pensaba en si Stephen le miraría como aquella tarde hace días.  Su cabello normalmente lacio fue colocado en rodetes, enrollado en un moño precioso y unos pocos mechones salían para enmarcar su rostro. Todo perfecto. Si ella estuviera un poco más tranquila la noche iría sobre ruedas. 

Cuando su madre entró a buscarla y la encontró caminando de un lado a otro le tomó las manos para encontrarlas frías. 

- Creo que podría decir a Stephen que no te sientes bien, él sera lo suficiente caballero para entender que no quieres verlo.- dijo su madre. 

Sería una salida fácil pero entonces Stephen no la vería y no tendría oportunidad de tener remordimientos por no casarse por ella. Rose estaba dispuesta a creerse esa fantasía por hoy.

- No, no voy a esconderme. Solo... No me hagas caso. Debemos ir a ese baile, es uno muy esperado en la temporada. Solo necesito mis guantes. - respondió, pero al parecer no lo suficiente convincente para su madre. 

-Estaba pensando en que has tenido un día muy intenso. Por la mañana tu hermano enojado contigo, luego yo diciendo que el duque te ofrecería matrimonio, hicimos planes y luego él viene y simplemente se disculpa. Pero, su comportamiento en la tarde fue muy extraño. Parecía que verte con el marqués no le gusto mucho.- dijo su madre.

- ¿Tú crees? - respondió esperanzada. Aunque solo por un momneto. - No, no quiero volver a lo mismo. Stephen ha sido muy claro. 

- Pero no estaría demás si estamos atentas a su actuar durante esta noche. No abandonaremos esta caza.- dijo muy decidida su madre sorprendiéndola.

-¿Estamos de cacería? - preguntó Rose intrigada.

- Claro que sí, he visto a muchas madres llevar a sus hijas detrás de hombres en los bailes, buscando una oportunidad para hacerlas "resbalar" en sus brazos, ¡desmayos!, no seré tan osada pero, nosotras estaremos hoy de cacería. - le aseguró.

- Pero no quisiera que Stephen se sienta obligado. - dijo Rose aunque más por principios, en esos momentos no sabía que estaría dispuesta a hacer para cazar a Stephen. Quizá se sentiría mal mañana por eso pero ahora mismo no.

- No lo obligaremos, recuerda es un duque, hay muy pocas cosas a la que podamos obligarlo; solo debemos mostrarle la mujer perfecta que tiene ante sus ojos. Y que está siendo un tonto. 

Ese era el problema de todo ¿no? ella no era perfecta. Rose vio a su madre vestida de rojo y detalles en negro, preciosa y perfecta. La nariz de Rose era herencia del conde y más de una vez ella había querido tener la nariz de su madre. Respiró profundo y se dijo que no importa lo que pasara con Stephen ella brillaría esta noche.

- Yo no diría perfecta pero sí quiero que se de cuenta que estoy en plena temporada, ¿que otro indicio de que estoy buscando esposo necesita?

- Tú tranquila él se dará cuenta. Tengo algo para ti. 

Fue hacia la puerta y luego de un momento regresó con Emily quien traía una caja. Le mostró una gargantilla, aretes, pulsera y pequeñas horquillas para el cabello; eran de su madre, uno de los últimos regalos de su abuelo cuando ella era soltera, aceptando el precioso regalo se inclinó para que Emily terminara de arreglarla para la llegada de Stephen.

La próxima llamada a la puerta fue Robert, elegante y guapo como siempre, para avisarle que Stephen estaba esperándolas para partir. 

-Pero pueden hacerlo esperar, es su derecho. Solo para demostrarle que hasta un duque tiene que esperar a tan hermosas damas - les dijo divertido.

Con eso la alegría envolvió a todos y salieron tomadas del brazo de Robert, quien no dejaba de adularlas y expresar su preocupación por no saber como haría para cuidar a tan preciados tesoros a su cargo en esa noche.






Casi perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora