Capítulo 13

5K 662 21
                                    

Stephen se encontraba en su club pensando en los sucesos de esa semana. Luego de irse exultante del baile después de darle su merecido al francés su felicidad se transformó en preocupación por el destino de Lady Susana a la que no había auxiliado como debía. No conocía a la muchacha pero sabía que sus posibilidades de encontrar un buen partido en Londres eran nulas después de lo ocurrido, sabiendo de su partida al campo junto a su familia envío a un abogado para suministrar a la víctima de su arrebato de furia contra el francés una dote que pudiera tentar a algún caballero o en su defecto le fuera entregada al cumplir los veinticinco años. Esperaba los resultados de esa negociación para saber cómo actuar de ahí en adelante con Rose. En los instantes iniciales de remordimiento se dijo que cualquier caballero que hubiera participado en la ruina de una dama se ofrecería a casarce con ella pero no había forma que él lo hiciera, su sentido del honor al parecer no llegaba a tanto, además estaba el detalle de su enamoramiento por su dama de ojos verdes. Ese pensamiento lo había llevado a concluir que si alguna vez se casaba sería con Rose, si sobrevivía a Robert. Sería su amigo capaz de retarlo a duelo?
Sintió a alguien colocarse a su lado.
-Dime Rickford te decidiste y enfrentarás al dragón para llegar a tu amada?
- Beaufort. Saludó serio.
El recién llegado tomó asiento sin ser invitado y lo miró con burla. Como no tenía intención de confesar sus pecados decidió ir hacia temas más seguros.
-Cómo te va Beaufort encontraste ya a tu conquista para esta temporada? -era bien sabido que William Beaufort buscaba a sus presas entre las viudas jóvenes, una relación que duraba lo que duraba la temporada.
La sonrisa que tenía en su rostro desapareció para mostrarse serio, una expresión que no se le veía mucho al normalmente despreocupado Beaufort.
-Este año estoy buscando esposa. Espetó.
Decir que Stephen estaba asombrado era quedarse corto. Por qué un hombre como Beaufort querría casarce? Quién sería la elegida para tal fin? Era el heredero de un título de conde así que estaba seguro las madres lo aceptarían de buen grado como pretendiente para sus hijas, aunque no lo dejarían a solas con él hasta que no estuvieran frente al altar. El repentino interés por la atención que Rose despertaba en Stephen sería a razón del propio interés de Beaufort por ella? Sobre su cadáver.
-Por la cara que has puesto cualquiera diría que el que va a casarce eres tú. Sin embargo agradezco el gesto de apoyo viniendo de un compañero de juerga.
- Estás pensando incluir en tu lista de posible esposa a Lady Rose?
No tenía intención de mostrar sus sentimientos pero sí tenía intención de poner sobre aviso a Robert, por el bien de Rose, se dijo.
- Tranquilo Rickford muy lejos de mí el conquistar a lady Hamilton aunque no creas que no me ha cruzado por la cabeza, sería una campaña mucho más fácil que la que tengo que librar.
Fácil? El pensaba que conquistar a Rose sería fácil?
Un vaso y una botella fue puesto en la mesa por lo que supuso la charla se extendería.
- Te estarás preguntando por qué un hombre como yo buscaría casarce, pues la respuesta no es otra que simple conveniencia. Ya sabes que mi padre el conde y yo no nos llevamos bien y a él parece importarle muy poco eso, así que ha decidido retirarme los fondos para urgirme a tomar mi decisión.
Beaufort había dicho todo eso con tranquilidad como si no le afectara pero su pasividad quedó desmentida cuando se tomó el contenido de su vaso de una sola vez.
-Así que como te dije antes voy a casarme, está vez mi conquista se convertirá en mi esposa. Y es ahí que necesito de tu ayuda.
Si el asombro anterior no bastaba esta petición lo dejo perplejo, en qué podía ayudar él a un conocido seductor?
- Para llevar a cabo el cortejo que tengo planeado necesito fondos los cuales han sido retirados, recurro a ti como camarada de aventuras para que me hagas un préstamo de caballeros, el cual sería devuelto al casarme y obtener la dote claro. Beaufort habló serio y con la mirada fija en su interlocutor.
Stephen no pudo reprimir la risa.
- Y yo que pensaba que buscabas mi compañía como un halago a mi personalidad, desde cuando llevas elocubrando pedirme este préstamo?
- Hace como un mes que conozco mis circunstancias así que estuve pensando a quién hacerle el pedido y tú has sido el elegido. Dijo con toda naturalidad.
-Y quien si se puede saber es la elegida? Ya sabes debo asegurarme el retorno de mi dinero.
Una sonrisa diabólica brotó de los labios Beaufort como si lo hubieran pillado en una de sus canalladas.
- Una heredera, hija de un burgués dueño de negocios e inversor de ferrocarriles.
Stephen se atragantó con su bebida, todos sabían que el conde Beaufort era de los más apegados a las tradiciones y no había aceptado los nuevos tiempos en los que plebeyos obtenían cada vez más importancia con su dinero. William iba a casarce pero no para complacer a su padre sino para darle donde más le duele.
- Estás seguro? Tu padre... No se lo tomará muy bien.
- Exactamente - terminó su copa y estirando el brazo sobre la mesa ofreció la mano - Estamos de acuerdo?
Stephen no lo dudó si había alguien que podía conquistar a una rica heredera era Beaufort. Estrechó su mano y el trato quedó hecho.
En ese momento en una bandeja le acercaron una carta para él, al leerla pudo respirar tranquilo, las negociaciones habían tenido buen fin y no tuvieron que identificarlo como el benefactor, además, en el pequeño pueblo donde residía Lady Susana era muy querida y nadie creía que ella hubiera tenido un comportamiento indecente.
Stephen decidió que era el momento de actuar. Se levantó con la intención de partir.
- Beaufort puede que necesite de tus servicios muy pronto.
Recibió como única respuesta una mirada interrogativa.
- Como padrino. Le dijo.
- De boda?
- No, más bien en un duelo.
- Envíame una nota. Le respondió con una sonrisa.
Salió del club muy decidido dispuesto a confrontar a su amigo.
Ya en el coche se dio cuenta que no había puesto en consideración la parte más importante en esa historia. Rose no mostraba ningún indicio de enamoramiento hacia él. Al llegar a la residencia de los Hamilton respiró profundo y se dijo que ya se ocuparía del asunto del enamoramiento de Rose para más adelante, muchos matrimonios comenzaban con menos, él ya estaba enamorado así que debía contar como un buen inicio.

Casi perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora