Capítulo 5

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La hora de la despedida llegó demasiado pronto para Stephen y se encontró estrechando la mano de Lady Rose queriendo no soltarla nunca y por esa misma razón alejarse tanto como pudiera.
- Estoy seguro la próxima vez que nos veamos estará usted deslumbrando en los salones de Londres Lady Rose. Dijo él.
- Usted lo cree?. Respondió Lady Rose esperanzada.
- No habrá quien se le resista, nuestro querido Robert estará ocupado quitando de su camino a sinvergüenzas de su camino. Dijo Stephen sonriendo.
- Todos amigos suyos seguro. Respondió Lady Rose con una sonrisa de oreja a oreja.
- Por favor Lady Rose prométame un baile yo a cambio le prometo ser el perfecto caballero. Stephen había intentado seguir con las sonrisas pero su pedido fue serio. Por primera vez en muchos años deseaba bailar en los atestados bailes de la temporada y quería hacerlo con ella, que lo vieran con él.
- El baile que usted desee Su Excelencia, será un honor para mí. Le respondió ella.
Comenzaba a odiar el formalismo con el que se dirigía a él y la forma en que lo miraba, como a un amigo, él quería más. Se arrepintió de su estúpido pedido de un baile. No importaba no se presentaría a la temporada, iniciaría un nuevo viaje lo que fuera que lo alejara de ella.

Un movimiento brusco del carruaje levantó a Stephen frente a él Robert parecía haber sufrido el mismo sobresalto, al ver por la ventana se dio cuenta que estaban por llegar a la entrada de la mansión principal del ducado, la enorme estructura de tres pisos y habitaciones suficientes para albergar a los cientos de invitados y sus sirvientes durante las fiestas que sus padres acostumbraban a realizar era sin lugar a dudas grandiosa, sin embargo el no tenía buenos recuerdos de su vida allí. Suponía que no debía quejarse tanto tampoco es que lo hubieran maltratado era más bien la indiferencia de sus padres durante su niñez, la soledad en esa casa tan grande sin niños con los que divertirse o hacer travesuras, a menudo había visto a los hijos de los sirvientes correteando al rededor de los jardines pero a él le estaba prohibido unirse a ellos, cuando lo enviaron a Eton estaba más que emocionado pues sabía que allí habrían niños de su edad con los que sí podría relacionarse y había tenido suerte encontrado a James y a Robert. Eran inseparables desde entonces. O lo eran antes su viaje. Si los días anteriores  eran un indicador la amistad había perdurado.
-Parece que hay alboroto,no les avisaste de tu llegada? Preguntó Robert.
En ese momento llegaron a su destino y un lacayo abrió la puerta. Stephen bajo del carruaje y se encontró a los sirvientes con ojos llorosos y vestimenta de luto. Un hombre de unos sesenta años por su vestimenta debía ser el mayordomoy una mujer de unos cincuenta años que si no se equivocaba era el ama de llaves se acercaron presurosos.
- Su excelencia? Preguntó el hombre
- El mismo, dónde está Wilson?
Su administrador era el único que lo conocía en esa casa, se ocupaba de las cuentas, de la administración de las tierras, de las inversiones, de todo, se reunía con él en Londres y nunca había puesto mayor atención en sus responsabilidades con el ducado, lo único que le interesaba eran las ganancias que le producía y que éstas pudieran solventar su estilo de vida. Un quejido proveniente del ama de llaves se escuchó unido a los sollozos de las doncellas.
-El señor Wilson ha muerto, su Excelencia, pasó días con fiebre y me apena decir que las fuerzas le abandonaron. Dijo acongojado el mayordomo.
Los llantos volvieron al parecer la muerte de su administrador tenía a todos muy tristes no recordaba tanta tristeza a la muerte de su padre, en el tiempo que conoció al señor Wilson le pareció un hombre honesto, competente y de buenas maneras no dudaba que había tratado bien a todos era natural que se sintieran así. Sus pensamientos y sentimientos en cambio eran algo más egoístas, dónde encontraría otro administrador tan competente como el anterior y además de confianza.
Buscó a Robert con la mirada y supo que su amigo había llegado la misma conclusión la juerga de celebración por la soltería había llegado a su fin aunque ni siquiera había comenzado.

Casi perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora