Capítulo 34

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Cuando Stephen terminó de hablar con Rose no podía entender qué había ido mal. El pensaba ser un hombre de honor y no forzar un matrimonio, él pensaba cortejar adecuadamente a una joven en su primera temporada, lo único que logró es que lo vieran como un patán que no cumplía con su deber. Eso más o menos es lo que había dicho Robert cuando le pidió que se fuera de la casa. Lady Violet solo le dió una mirada que podía helar la sangre y se retiró. Ahora se preguntaba cómo arreglar todo.

Tenía la palabra de Rose para ir al baile con él pero la condesa había dejado claro su desagrado, así lo elegante sería enviar una nota y no imponer su presencia. Aún contaba con el apoyo de Robert, estaba seguro que el asunto de un inminente escándalo lo hacía aún un candidato aceptable, eso debía darle oportunidad de acercarse a Rose y explicar bien la situación. Aunque seguía sin ser el cortejo perfecto y romántico que tenía en mente.

  Rose perdóname, soy un tonto, estoy locamente enamorado de tí. Digo y hago cosas que terminan empeorando todo y alejándome de tí. Solo dame una oportunidad y te haré la mujer más feliz del mundo. Si tuviera una oportunidad le diría eso, estaba decidido.

Hace unas horas las razones de Stephen eran válidas. Lograr un matrimonio por  amor era en lo único que pensaba y no había visto indicios del enamoramiento de Rose, pero si su reacción en la mañana era una señal ella sentía algo por él. Esperaba una oferta y él no la hizo así que había dañado su orgullo. Tenía que rearmar su estrategia y mostrarse como su verdadero amor, el que ella andaba buscando. Escribiría poemas si ella se los pidiera.

Sumido en sus pensamientos y mil ideas  fue como lo encontró James un hombre con la confianza suficiente para llamarle idiota con una sonrisa en la cara solo porque no había creído tener que decírselo tan pronto.

- Me temo he venido a darte malas noticias. Mi querida Enma dejó claro en la mañana que la duquesa y ella habían encontrado el partido perfecto para Rose. – James levantó un dedo señalando que no lo interrumpiera– Claro yo no le hice mucho caso por todo lo conversado entre Robert, tu y yo en este mismo despacho. Te imaginarás mi sorpresa cuando me enteré que no había oferta de matrimonio. ¿En qué estabas pensando? En fin, vine a ponerte sobre aviso. Tienen al Marqués de Bristol en la mira y si yo conozco a mi Emma y tú a tu madre pondrán todo lo que esté a su alcance para lograr una boda.

Con la sorpresa y el enojo por la noticia tardó en ubicar a dicho Marqués. ¿ El marqués de Bristol no tiene un romance de años con ...?– Stephen no recordaba el nombre pero era una mujer bellísima parte del grupo de caridad de su madre.

- Según Enma no. Puros chismes. –respondió James. – Es un buen partido por dónde lo mires. Y justo en este instante están reunidos en esas extravagantes reuniones de té de la duquesa.

Stephen tenía claro lo que tenía que hacer, fue a casa de su madre. Era una desición precipitada especialmente porque tenía una reunión con ella en una hora, al parecer luego de acabado todo, pero si Rose estaba herida en su orgullo las palabras bonitas que ese sinvergüenza le podía decir serían como  un bálsamo. Y el idiota era guapo bien podría encandilar a una inocente jovencita.

- ¿ Cómo lograste que lady Enma te perdonara y aceptara casarse contigo? – le preguntó a James en el carruaje. – Dijiste que se conocieron hace años pero durante años se la pasaron peleando. ¿Qué pasó?

- Cuando nos casamos no me había perdonado del todo. – dijo sonriente. – Digamos que la puse en una situación comprometida y ella no tuvo otra opción.

- ¿Qué hiciste? - preguntó sorprendido.

- Hice que nos encontrarán besándonos en uno de los bailes de caridad. Yo lo tenía todo preparado así que lancé la noticia de nuestro reciente compromiso.

- No puedo creer que no te abofeteara y saliera airosa y digna como sólo ella puede parecer– Ante la cara de  James de querer defender a su mujer agregó entre risas– lo digo como un elogio.

- No podía, fue un beso en qué estaba muy placenteramente involucrada. – Stephen no podía negar la envidia ante la cara de enamorado de James.

- Me habría encantado estar ahí solo para ver la cara que puso cuando fue encontrada infraganti. – Stephen pagaría por ello.

- Salió airosa, lanzó entre suspiros que era la voluntad de su padrino a quien ella tanto amaba. – Respondió James.

Y entre carcajadas llegaron a la casa. Si James había logrado solucionar peleas de años, entonces, él y Rose tenían mayor oportunidad.

Fueron recibidos por el mayordomo, los hizo entrar pero avisó que su señora estaba ocupada en la salita celeste y que podían esperar en la biblioteca hasta la hora de su cita acordada. Haciendo caso omiso se dirigió a la salita para encontrar al maldito Marqués parado junto a la silla en dónde se sentaba Rose. No era una ubicación al azar, estaba ahí para mostrar su preferencia por Rose por supuesto y la mujer con quién se suponía tenía un romance estaba convenientemente ausente.

Un duque y un conde no podían entrar en una sala y pasar desapercibidos y aún cuando no habían sigo invitados fueron recibidos con entusiasmo.

Sin embargo no fue fácil sacar a Bristol del lado de Rose, con el saludo correspondiente a su madre quién como  una reina estiró su mano para recibir un beso. James buscó rápidamente un lugar junto a Enma y él aceptando las reverencias de los asistentes se dispuso a escuchar lo que Bristol estaba contando.

Terminó siendo peor de lo que había esperado. Bristol estaba mostrando los detalles de lo que sería una ampliación de la casa de acogida, él mismo había hecho los planos y la mitad de los presentes lo miraba como un hacedor de milagros, Rose incluída. La otra mitad eran los pocos hombres que asistieron al té seguro con sus esposas o madres y completaban el grupo mujeres que de seguro estaban allí buscando los mejores chismes.

Stephen sabía que estaba en problemas especialmente porque Rose no había apartado la mirada ni una vez para mirarlo.



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