Capítulo 3

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Stephen sabía que acercarse a lo que parecía ser la sala de música no era buena idea, pero era imposible pasar por alto la calidad con la que se estaba tocando el piano y no se quería engañar también era una excusa para ver a Lady Rose. Estaba seguro que era ella la que se encontraba en la sala, había visto pasear en los jardines a Lady Violet, Lady Enma y a James y él acababa de dejar a Robert en su despacho reunido con su administrador.
Al llegar a la puerta se preguntó qué estaba haciendo, qué hacía el buscando un encuentro con una señorita a la que al parecer ni siquiera le caía bien, y además una señorita en edad de casarse y la cual estaba muy emocionada por su próxima temporada. Definitivamente el no tenía ninguna intención de cortejarla, si embargo, algo lo llevaba a comportarse de esa forma tan estúpida.
Encontró la puerta abierta y a Lady Rose sentada tocando el piano como la perfecta dama que era, a su lado un lacayo cambiaba las hojas de la partituras, su doncella se encontraba a unos metros en una silla con una labor de costura y dos doncellas adicionales que de pie escuchaban emocionadas a su señora, no las podía culpar, lo extraño era que se permitiera a la servidumbre esos momentos de ocio.
-Feliz cumpleaños Emily. Feliz cumpleaños Annie.
Las doncellas se miraron sorprendidas al parecer nos esperaban ese detalle de su señora
- No pensarían que pasaría por alto sus cumpleaños verdad?
-Muchas gracias,dijo una
-Ha sido un detalle muy bonito, la canción ha sido preciosa mi Lady. Añadió la otra. Entre sonrisas.
-Gracias por los elogios aun creo que falta mejorar esta pieza, pero dejemos de hablar de mí, hoy es su cumpleaños y con el permiso de mamá tienen a partir de este momento el día libre, además, he dispuesto que la cocinera les entregue a cada una de ustedes una canasta con víveres para llevar a sus casas, disfruten su día. Y con una sonrisa las despidió. Fue en ese momento que las doncellas lo encontraron de pie en la puerta escuchando todo, se sonrojaron profundamente y haciendo una reverencia salieron de la sala. La doncella personal de Lady Rose que había seguido el movimiento de las doncellas lo vio y se levantó de su silla y le hizo una reverencia, Lady Rose volteó a ver qué pasaba y cuando lo reconoció al instante perdió su sonrisa, el ambiente alegre y festivo anterior habían acabado y él se sintió como un intruso. Lo que era una locura pues él era un duque y un invitado en esa casa.
-Lady Rose escuché la música y no pude resistirme. Perdón por la intromisión. Dijo mostrándose lo mas tranquilo y agradable que pudo.
-No se disculpe Su Excelencia, parece que le hemos abandonado, debe pensar que somos unos pésimos anfitriones, pensé que se encontraba con mi hermano en su despacho. Respondió Lady Rose evidentemente turbada.
- Justo acabo de abandonar el despacho y no creo que se les pueda acusar de abandonar a sus invitados si al instante de salir del despacho he encontrado un concierto de piano. Dijo Stephen con una sonrisa intentando aligerar el ambiente.
Con una sonrisa forzada Lady Rosa respondió
- No creo ser merecedora de tales elogios Su Excelencia mis aptitudes artísticas no son comparables a las de un concertista, además, no he escuchado de una dama que lo sea. 
- Está usted a la altura Lady Rose si bien es cierto no la veremos en los escenarios, los afortunados como yo en este momento y los que tengan la oportunidad en Londres en un futuro no tendremos duda de su talento.
Stephen vió con satisfacción el sonrojo de Lady Rose sabía que la mención de Londres y su talento resquebrajaría ese muro que parecía haber entre ellos y aunque sabía que no debería estaba decidido a robar unos momentos más con la dama de ojos verdes que lo tenía intrigado.
- Permítame ayudarle con las partituras, dijo acercándose hacia donde se encontraba el lacayo, al instante éste pareció tensarce como debatiéndose entre apartarse de su señora o permanecer y contrariar a un duque.
-Gracias Jhon, Su excelencia me ayudara desde este momento. Con una reverencia el lacayo se retiró tomando su lugar en la puerta y dejándolas abiertas de par en par, sólo quedaba la pobre doncella pálida como si de pronto se diera cuenta que era lo único que se interponía entre el duque libertino y la virtud de su señora. En otro momento le hubiera resultado divertido se había ganado a pulso su reputación pero justo ahí con Lady Rose no quería parecer un auténtico canalla.

- Tiene alguna pieza que desee escuchar, Su Excelencia. Dijo Lady Rose para aligerar el ambiente.
- No, dijo el Duque, quizá podría tocar algo que a usted le guste.
Rose no entendía como se había metido en esta situación, ella y el Duque solos con tan sólo Susan su doncella como acompañante.
Encontró entre sus partituras una canción muy alegre que evocaba la alegría de la vida en el campo, nada de cosas románticas en ese momento se dijo, su corazón se encontraba palpitando desesperadamente ya se había dado cuenta que el duque la ponía nerviosa pero esto ya era demasiado. Cuando el lacayo había estado moviendo las partituras le pareció normal y adecuado pero ahora que lo hacía el Duque parecía demasiado cercano demasiado íntimo, podía oler su perfume al parecer tenía toques de menta y esto lo ponía muy nerviosa. Intentó tocar la pieza lo mejor posible dadas las circunstancias En un momento le pareció notar que el Duque conocía la pieza y estaba tarareandola aunque muy bajito, era una pieza conocida es cierto y llevada por las circunstancias comenzó a cantar, lo vio sonreír y de pronto comenzó a cantar él también. Su voz ronca era un total contraste con la suya más fina pero en conjunto se escuchaba en perfecta armonía. Durante un breve momento Rose se vió atrapada por la mirada de Lord Rickford sus ojos parecían querer decirle algo que ella no lograba entender. Apartó la mirada y se concentró en la pieza que estaban interpretando. La alegría de la canción era contagiosa y pronto se encontraron sonriéndose.
Así entre risas los encontraron su madre, Emma y Lord Worth quienes se mostraron sorprendidos ante el espectáculo.
-Hace años no te escuchaba cantar Rickford este es un auténtico milagro, dijo un impresionado Lord Worth , nuestro buen amigo el duque fue entrenado por un gran maestro de música pero raras veces le he escuchado y eso que me considero uno de sus más íntimos amigos.
-Deja de exagerar James simplemente la ocasión lo ameritaba, Lady Rose tocaba una pieza que me hizo recordar mi infancia y no pude resistirme aunque mi participación no estaba a la altura de tan encantadora voz. Respondió Lord Rickford.
Emma se adelantó y después de alabar las dotes de cantante de Rose y a regañadientes también a Lord Ricford se apuntó a tocar también el piano y la tarde se convirtió en una velada musical.

Esperando que su doncella terminará con su peinado Lady Rose  rememoraba los momentos compartidos con Lord Rickford quizá lo estaba juzgando demasiado, es cierto que su comportamiento no era el de un caballero o por lo menos eso decían las columna de chisme pero también decían lo mismo de su hermano y a pesar que sabía que muchas de esas cosas eran ciertas ella amaba a Robert así que quizá no debería tratarlo con tanta frialdad o estar siempre a la defensiva, después de todo Lord Rickford nunca había dado muestras o interés más allá del normal o eso pensaba ella. Además siendo un hombre que habiendo viajado tanto y de seguro conociendo a las mujeres más bellas del mundo se había portado con ella galantemente. Así que decidió que se mostraría más animada ante su presencia en la casa aunque sabía que eso sólo sería hasta el día siguiente pues su hermano y él comenzarían su viaje. Y con esa convicción Rose  bajó a cenar.

Casi perfectaWhere stories live. Discover now