Capítulo 33

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Una hora después de la terrible no oferta de matrimonio y luego de llorar por todas sus ilusiones destrozadas, Rose decidió volver a su plan de no casarse. Un plan que Stephen con una sonrisa y algunos coqueteos le habían hecho olvidar. Así que estaba en camino a tomar el té con la duquesa viuda y todos sus planes para los niños de la casa de acogida como único salvavidas, ella olvidaría planes absurdos de boda y pondría todo su empeño en ayudarlos.

Con su madre y la grandiosa Emily ayudándole para que sus ojos rojos de tanto llorar desaparecieran y cambiando de atuendo, ella lucía radiante vestida de amarillo, unos bordados de flores en el escote y el ruedo, encajes, cintas, un chal y un sombrero a juego completaban todo su atuendo, sentía que estaba lista para enfrentar a todos los que murmurasen su casi perfección.

Tomar el té con la duquesa era un acontecimiento importante, un momento para ser visto. Habían unas treinta personas en la salita celeste, todo de un impecable y exquisito gusto; tazas de te, galletitas y pastelillos dispuestos en bandejas para el disfrute de las visitas. El lugar perfecto para enterarse y hablar de todo. 

Al ser anunciadas, Rose y su madre, vieron todas las cabezas giradas hacia ellas. Tardó un momento en entender qué estaba pasando, tanta espectativa por su llegada no era normal. Fue su madre quién la saco de su pensamientos tomando su codo para que realizara la reverencia correspondiente y la duquesa misma le hizo señas para que se sentara junto a ella.
Su querida amiga Emma también se encontraba en la reunión y se le notaba radiante, se podía ver su felicidad y le había llevado muchos años encontrar a su verdadero amor, así que ella sólo tenía que esperar.

Saludos, besos y comentarios sobre el clima de rigor auguraban una tarde tranquila. Todas las personas reunidas, en su mayoría mujeres, ayudaban de alguna u otra manera en la casa de acogida; no sólo era pedir donaciones para cubrir los gastos era lograr que las personas quisieran poder ser parte de los donantes.

La duquesa le había dicho en una ocasión que en Londres las apariencias lo eran todo, las mujeres endeudaban a sus maridos para lograr el ajuar perfecto para la temporada, los maridos se gastaban lo que no tenían en los dados y las amantes; ¿entonces cómo lograr que esas personas colaboraran con una causa noble? Era imposible le dijo, pero sí puedes lograr que aporten ciertas cantidades si con ello  logran mejorar o mantener  su posición en la sociedad.

Una visión que a Rose hubiera extrañado mucho cuando vivía en el campo pero con tanto tiempo en la temporada le parecía tan real. Entre la treintena en la sala se podía notar a las mujeres más chismosas y mezquinas de Londres, si ella fuera a adivinar no estarían en la sala si no fuera por la importancia de la Duquesa de Rickford.

- Rose querida, creo que nos merecemos todos los detalles de tu baile con mi hijo.

Esa misma duquesa era una mujer muy  directa todos lo sabían, la pregunta era echa con calma y por lo que podía notar por el ánimo con diversión;  pero el baile con Stephen, todo el chisme del periódico parecía tan lejano, realmente lo había olvidado. Rose esperaba que la visita de Stephen hoy pasara desapercibida.

- No fue nada. – Con la voz más dulce que pudo se dirigió a la duquesa, aunque estaba segura más de uno puso atención en su respuesta – Su excelencia me invitó a bailar y no nos dimos cuenta de la pieza que era hasta que estuvimos en la pista. Creo que el escándalo hubiera sido salir de la pista de baile dejando al duque ahí sin más. Además él es un buen amigo de mi hermano su comportamiento hacia mí es irreprochable.

Algunas pudo ver mostraban su acuerdo y otras se  ocultaban tras los abanicos susurrando. Y Rose esperaba que la duquesa creyera en su versión, si su tonta forma de ilusionarse le arrebataba la oportunidad de ayudar a los niños... No quería ni pensarlo.

-  Es cierto, mi hijo y tú hermano son buenos amigos. – dijo la duquesa, por un momento Rose vio en ella nostalgia–Recuerdo a Rickford comentando lo bien que lo pasaban desde que se conocieron. ¿Formaste parte en sus aventuras alguna vez?

Un Stephen joven le vino a la mente pero fue una visión muy fugaz, ella había estado con su niñera pero su padre había llegado de uno de sus viajes a sus propiedades y al verlo por la ventana había escapado para arrojarse a sus brazos. Cuando vinieron por ella su hermano junto a un jovencito rubio entraron al estudio, hicieron formales reverencias y ella fue conducida a las habitaciones. Claro que no pensaba dar semejante información a nadie por lo que respondió muy tranquila:

- No. Nuestras edades difieren unos diez años no recuerdo verlo alguna vez en casa. Creo que estaba en el cuarto de los niños y mi hermano estoy segura no querría que yo le avergonzara pidiéndoles ser mis acompañantes en mi salón de té.– Rose había logrado que su hermano jugara con ella ¿pero que alguno de sus amigos lo vieran? Eso no lo permitiría nunca. Así que en esa parte fue sincera.

Su madre contó entonces algunas anécdotas de los muchachos y sus travesuras y pronto en la sala se escuchaban historias del joven duque.

- Pobre Rose , imagino que tuviste un gran percance la noche pasada. Rickford debió jugarte un broma y tú caiste– Susurró Enma. Aunque estaba segura que había querido ayudarla con su comentario dolió su última frase. Ella había caído. Stephen la habia hechizado, poco a poco, cuando la ayudó a salir de una situación comprometida, cuando escuchó sus preocupaciones, cuando bailaron, cuando casi la había besado y cuando se encontraron en la noche en su propia casa.

- No te preocupes, la duquesa y yo hemos ideado un plan para que ese asunto con Rickford quede olvidado. – le dijo Enma con una sonrisa. – Y justamente va llegando nuestro refuerzo.

Al que anunciaron fue al Marqués de Bristol y más de un suspiro se escuchó. Elegantemente vestido de un gris oscuro, la camisa impoluta, el pañuelo en un moño imposible y los rasgos de una estatua griega. Rose lo había visto y admirado pero no tenía el mismo efecto en ella que Stephen; y no estaba segura siquiera si su madre aprobaría su compañía dados los rumores que corrían de él y lady Grace, quién no había asistido al té.

¿Qué tramaban Enma y la duquesa?

Casi perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora