Capítulo 32

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Encontrar el vestido perfecto para ir a un baile del brazo de un duque era un asunto de vital importancia. Así lo había decretado su madre y Rose no quería disgustar a su madre diciéndole que había una pequeña posibilidad que el duque en cuestión estuviera enojado por un intento de forzarlo a un matrimonio. Se preguntaba qué le estaría diciendo Robert, qué estaría respondiendo él. Stephen se había portado tan bien con ella. ¿Y si pensaba que ella solo quería atraparlo? Si tan solo Robert no fuera tan testarudo. La sola idea de tener a Stephen pidiéndole matrimonio era tan descabellada y al mismo tiempo la ponía tan nerviosa. La hacía preguntarse si sería capaz de negarse ante una oferta de matrimonio hecha solo por obligación.

- ¿Rose que te pasa? No estás tomado atención y la pobre Emili no podrá terminar a tiempo esos dobladillos si tú no tomas una decisión. ¿No te sientes bien? — Con una mano, su madre, tomó su frente como intentando ver si tenía fiebre. — Creí que estarías entusiasmada con este baile. ¿Acaso Stephen no es de tu agrado?

Rose podía ver en la mirada de su madre la esperanza de que este baile llegara a algo más. Un noviazgo y matrimonio de una hija con un duque era el premio que toda madre buscaba. Pero su madre quería para ella algo más que un título, un amor tan precioso como el que se tuvieron sus padres, si acaso eso fuera posible. 

- Estoy bien. O no. – No tenía sentido ocultarle a su madre la posible propuesta de matrimonio. Tomándole de las manos comenzó a explicarle lo sucedido la noche anterior. Al principio su madre estaba escandalizada pero poco a poco se calmó.

– Entonces él te visitará hoy. Y podría pedir tu mano. Y estamos aquí sin hacer nada, debemos prepararte. – Su madre recorrió el dormitorio con la mirada y se imaginaba multitud de planes– Llamaré a Emily. Tendrías que habérmelo dicho desde temprano, en el desayuno. Era por eso que estaba tan disgustado tu hermano.

Rose asintió con la cabeza confirmando lo que su madre había dicho.

– Pero, te digo mamá lo de anoche fue algo sin importancia. Stephen se comportó como un caballero solo intercambiamos unas palabras. Él no quería... ¿Y si se disgusta por intentar forzarlo a un matrimonio?

- Rose, el duque es un hombre que sabe muy bien lo que hace. Nadie lo forzará a nada. Han estado juntos varias veces y hasta una columna de chismes los ha vinculado. Ese encuentro que tuvieron no tiene nada de inocente y él lo sabe muy bien. Estoy segura que aunque tú hermano no se hubiera enterado de nada él mismo estaría preparando todo para hacer su propuesta.

¿Sería eso verdad? ¿Stephen quería casarse con ella por su propia voluntad? La sola idea la llenó de ilusión y mil sueños de una vida feliz con el hombre de sus sueños comenzaron a llenar su cabeza.

- Madre, vamos a buscar ese vestido. Cuando Stephen venga y presente su oferta de matrimonio debo ser la mujer perfecta que estoy segura quiere para ser su duquesa.

Entre risas y emocionadas encontraron el vestido y las joyas que usaría para esperar a Stephen, el sombrero que usaría para ir a un paseo corto luego de la aceptación del matrimonio, regresarían luego para que Rose se preparara para el baile donde anunciarían el compromiso. La anfitriona estaría encantada.

Con tantos preparativos olvidó que tenía una visita a la duquesa viuda para explicarle sus planes en la casa de acogida. Estaba a punto de escribirle una nota disculpándose cuando Emily le avisó de la llegada de Stephen. La nota nunca fue escrita y ella bajó ilusionada y feliz a lograr sus sueños.

Cuando entro al estudio y luego de las formalidades del saludo su hermano y su madre se excusaron por unos minutos para dejarlos hablar. Tan emocionada estaba Rose que no vio la mirada apenada de su madre, quién salió renuente.

- Querida Rose estoy aquí para disculparme. Cuando Robert ha ido a verme no tenía la mínima idea del problema en que te estaba metiendo. ¿Me perdonas?

Rose esperaba tanto esa oferta de matrimonio que lo que sintió al escuchar una disculpa fue un golpe terrible. Si no recibiría una oferta de matrimonio ¿por qué los habían dejado solos? Mirando al rededor vio la puerta abierta.

- No entiendo.– dijo, más para sí misma pero lo suficiente fuerte para que Stephen le respondiera.

- Robert ha ido con la idea de que mi comportamiento requería una oferta de matrimonio. Yo le hice entender que tú no tenías esos sentimientos por mí. Quizá si nos conociéramos más. Podríamos salir ir a dar un paseo, conversar. Luego está el baile, seguro puedes compararme allí con todos tus pretendientes.

La sonrisa que le dió fue otro golpe. Pero esta vez no eran sus sueños los que se desmoronaban. Era su orgullo el que sufría, ¿se estaba burlando de ella? Si ella había sido educada para ser la esposa perfecta él había sido educado para ser el duque perfecto, solo tenía que elegir y tendría una esposa. Y no la había elegido a ella eso estaba claro. "Quizá si se conocieran más" solo podía significar que lo que conocía de ella no lo atraía lo suficiente. Rose tenía ganas de llorar pero no lo haría ahí frente a él. Reuniendo fuerzas se dijo que debía salir de la manera más digna de esa situación.

- No hay nada que perdonar. Yo misma le dije a Robert que no había sucedido nada impropio. Uds son amigos desde hace años estoy segura que arreglaron esto como caballeros. Sobre salir y dar un paseo no puedo, ahora yo... tengo una reunión con su madre. Han sido tan amables de acogerme en su selecto grupo. Tengo planes que debo compartir con ella.

Estaba a punto de irse rogando que la cara de amabilidad que había puesto no delatara su tristeza, rabia, frustración. Tantos sentimientos encontrados. Que sentir los dedos de Stephen tomando su mano la estremeció, una prueba más de lo mucho que se había ilusionado. 

- Entonces vendré a verte para el baile. Me prometiste unos bailes.

Ahí estaba otra vez confundiéndola. Y ella era tan tonta, solo eran los típicos coqueteos. No había visto a Stephen en muchas fiestas o reuniones pero estaba segura que le decía eso a todas.

- Estoy segura que mi madre estará encantada que nos acompañe su excelencia. – puso especial énfasis en el título. Ella no dejaría que su reputación se viera afectada por los coqueteos de un sinvergüenza.

- Habíamos convenido en que me llamaras por mi nombre. – la sorpresa en su cara fue bien recibida por Rose. Ella iba a enseñarle que no era una tonta.

- Creo que eso es lo que ha hecho que nos comportemos tan informalmente. No puedo permitirme ser tan imprudente. Ustedes los caballeros pueden salir indenmes, las damas no.

Y sin más salió. Estaba segura que su último comentario fue dicho y escuchado con dolor de su parte pero no podía hacer nada y si lograba hacer sentir mal a Stephen mucho mejor.

Casi perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora