Capítulo 8

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Rose estaba a punto de hacer realidad la peor pesadilla de su hermano, iba a enamorarse esa noche. Frente a ella se encontraba el caballero perfecto,había tomado su mano para rozarle apenas los nudillos con sus labios durante las presentaciones y ella se quedó embelasada de sus cabellos y ojos del color del chocolate. No había tomado atención a las palabras desde que los presentaron y eso le preocupaba pues no sabía su nombre sólo escuchó a lo lejos que se trataba de un conde francés. Había algo más romántico que Francia?
- Ma dame m'accorderait une danse. Su sonrisa la hizo temblar.
-Ce serait un honneur mon seigneur. Respondió. El conde le dio una mirada aprobadora. Tantas horas de clases de francés daban por fin sus frutos. Ella tenía una pronunciación perfecta.
Se sintió flotar mientras avanzaban a la pista de baile, tomaron posición, él  era más alto casi por una cabeza, ella pudo ver el perfecto moño en su cuello, al levantar la mirada encontró la del conde, podría ser amor a primera vista? Y el sentiría lo mismo?  No quiso apartar la mirada pero una dama bien educada no se quedaba mirando fijamente a un caballero.
El baile fue un sueño y acabó muy rápido, muy pronto se encontró escoltada en dirección a su madre y para su enorme satisfacción el conde antes de despedirse le pidió poder visitarla al día siguiente.
-Rose, disimula un poco deja de mirar por donde se fue el conde. Le susurro su madre con una sonrisa oculta con su abanico.
-Oh mamá creo que me enamoré -Dijo con voz soñadora - Crees que se quedará toda la temporada? Si me ha pedido una visita para mañana debe ser que si verdad?
-Ya lo averiguaremos estoy segura será tema de conversación en todas las casas de Londres. No siempre llegan jóvenes tan guapos y encantadores como él, además viene en misión diplomática seguro es un buen partido. Aunque yo no quisiera perderte,Francia está demasiado lejos para mí.
-Oh mamá, no digas eso. Jamás me perderás.
-Dejemonos está conversación para otro momento. Mira ahí viene tu siguiente pareja de baile.
Y así continuaron el baile. Rose no volvió a bailar  con el conde pero tampoco lo esperaba no se podía bailar dos piezas con el mismo caballero sin levantar revuelo a menos que estuvieran comprometidos, pero no pudo dejar de pensar en él. Ya esperaba con ansias las visitas en casa pero sólo le interesaba verlo a él, no había encontrado a nadie más de su interés aunque ya tenía varios pedidos para la habitual visita.
Estaba tomándose un limonada recuperándose de tantos bailes seguidos cuando vio en la pista de baile al conde junto a la bellísima Lady Mary. Sintió que se le escapaba el aliento al verlos tan juntos pues bailaban un vals y no podía negar que lo hacían muy bien, él era toda elegancia personificada y ella se dejaba llevar muy bien, ambos formaban una hermosa pareja. Rose no bailaba el vals, obtuvo el permiso para hacerlo pero no quiso bailarlo le parecía demasiado íntimo, había decidido bailarlo el día de su compromiso, lo tenía todo planeado. Respiró profundo y se dirigió hacia su madre preguntándose si el conde se enamoraría de ella luego de conocer a Lady Mary. Su madre vió su malestar e intentó tranquilizarla pero no lo logró del todo. Continuó bailando y sonriendo diciéndose a sí misma que la belleza no importaba que la temporada recién iniciaba y ella tenía mucho para competir.

Muy lejos de Londres el duque de Sutherland se encontraba en su biblioteca frente al fuego de la chimenea pensando en Lady Rose y en lo hermosa que debería estar en su baile de presentación. Recibió la invitación pero se obligó a no asistir, no estaba seguro de lo que haría si la veía rodeada de tanto pretendiente, porque los tendría, estaba seguro. Entre la dote, los contactos y ella misma no había forma de que todo aquel que buscará esposa fuera tras ella, de los cazadores de dotes se aseguraría Robert. Y él aguardaría pacientemente a que el enamoramiento se le pasara, no se mentía a sí mismo, un hombre no se pasaba los días pensando en una mujer por meses sino estaba enamorado pero también sabía por experiencia que el amor así como derrepente comenzaba así derrepente se acababa. Había sido testigo del amor de sus padres y no pensaba repetir la experiencia.
Miró la bebida que se había servido y decidió ir por la botella completa, esa iba ser una larga noche.



Casi perfectaWhere stories live. Discover now