Capítulo 27

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- Creo que fue una mala idea dejarle tomar una copa. Dijo James.

- Mala idea fue dejarle tomar la botella completa. Nunca ha sido muy tolerante con el alcohol. Respondió Stephen observando a un adormecido Robert desparratado en una silla junto al fuego de la biblioteca.

- ¿Qué hacemos? ¿Deberíamos llevarlo a su casa?- La impaciencia de James era palpable.

- ¿Llevarlo a su casa y correr el riesgo que despierte y comience a hablar de sus nuevos hermanos? Y aunque no despertara no creo que Rose y su madre deban ver a Robert en estas condiciones. Así que imagino tendremos que esperar se le pase la borrachera y escuchar la historia completa otra vez. Con la cabeza despejada podrá tomar las decisiones adecuadas.

- Bien, entonces me voy. Tengo una mujer que me espera en casa a la cual no podré decir exactamente porqué llego tan tarde cuando le aseguré no demorar mucho y llevarla a pasear al atardecer. Cosa que no podré hacer pues ya anocheció. Dijo James encaminándose a la puerta.

- Estas echado a perder James. Pasar una tarde sin tu esposa te pone impaciente y de mal humor. Ayudar a  un amigo con sus problemas tendría que alejarte de ella sin tanto enfado. La vas a aburrir con tanta atención. A las mujeres les gusta tener su espacio, su tiempo para pasarlo con sus actividades.

James se detuvo para tomar del hombro a Stephen y mirarlo a los ojos con seriedad.

- Stephen, no todas las relaciones son como las de tus padres, créeme existen personas que les gusta compartir sus vidas y no se aburren entre ellos. Y si me enfado no es por ayudar a Robert sino porque él se emborrachó cuando debería estar buscando soluciones a la situación.

Con los guantes y sombrero puestos James estaba listo para irse y quién lo podía culpar si su relación era tan buena. Concentrándose en sus objetivos lo detuvo para exponer su idea.

- James, desde tu matrimonio has ocupado tu asiento en la cámara de los lores, necesito que me presentes a aquellos que estén a favor de los derechos de los plebeyos.

La expresión de sorpresa e incredulidad de James podría ser ofensiva si él no fuera su amigo. Le contó la situación con Rose para que así pudiera ayudarlo. Lo bueno era que James si conocía a los lords adecuados por lo que comenzarían con las presentaciones desde el día siguiente.

- Stephen, hazme caso, convence a Robert y cásate con Lady Rose. Ella es una buena hija y una buena hermana, se casará contigo. Además con todo lo que se viene si Robert no soluciona este problema no tendrá muchas opciones. Ya luego habrá tiempo para que la enamores. Tú ya estás loco por ella y en esta sociedad al que normalmente tienen que convenser para casarse es a nosotros que no queremos dejar nuestra libertad. Estoy seguro la harás muy feliz.

Dicho esto se despidió y se fue.

Volviendo a la biblioteca Stephen se preguntó cuanto de verdad tendría esa historia de los hermanos de Robert. El antiguo conde parecía feliz con Lady Violet. Si la historia era cierta, como parecía ser el caso,  había mantenido una doble vida. Casos de nobles con amantes no eran raras, sus padres eran pruebas de ello. Lo anormal era tener una amante con quien se formara una familia. 

Revisando entre las cartas de su escritorio encontró la respuesta de su madre a su visita. Al parecer tenía cita con ella por un período máximo de una hora pues tenía una agenda muy ocupada. Se preguntó si Rose llegaría a ser como su madre. Siempre ocupada con sus obras de caridad distanciándose cada vez más del hogar. Se negó a pensar en esa posibilidad, Rose no era así, ella estaba buscando  el amor y se mantendría firme y fiel cuando lo encontrara. Y él no sería como su padre, un hombre que defendía sus infidelidades con el poco interés de su esposa.

No pasó mucho tiempo cuando vio a Robert intentar levantarse sin éxito.

- ¿Pensabas dejarme dormir en esta incómoda silla Stephen? - preguntó Robert con un gruñido propio de alguien pasado de copas.

-Tú mismo la elegiste para ahogarte en alcohol. ¿Quién soy yo para oponerme? 

Acercándose para ayudarlo por si intentaba levantarse nuevamente llegó justo a tiempo para impedir su caída.

- ¿Piensas ir a alguna parte? Yo podría pedir arreglaran una habitación  para ti. Siento decir que estás en un estado lamentable.

-Gracias por la oferta Stephen pero iré a mi casa. Y te agradecería más si me consigues un carruaje.

Viendo lo decidido que estaba Stephen mandó por su carruaje. Llevaría a Robert hasta su dormitorio  para asegurarse no dijera nada y si tenía suerte vería a Rose. Aunque podría ser que ella y su madre estuvieran rumbo alguna fiesta. Entonces se aseguraría de conocer a cual había asistido para darle el alcance.

- Stephen creo que sería oportuno anunciar tu compromiso con Rose esta semana, la mitad de la sociedad está segura de la inminente boda y la otra mitad pues se creerá la noticia de una apresurada boda por amor al ver la cara de bobo que pones al ver a Rose.

- Así que ahora no sólo tengo tu permiso sino que puedo casarme con ella lo más pronto posible. - Stephen negó con la cabeza y vio por el rabillo del ojo a unas doncellas dando vueltas por la sala, con seguridad atraídas por el espectáculo que eran él intentando mantener de pie a Robert. - No habrá boda. Si no recuerdas bien, por tanta bebida en la cabeza, Rose no está enamorada de mí. La boda se realizará a su debido tiempo. No quiero que se case conmigo porque soy su única opción.

- Stephen no me hables de amor entre tú y Rose por favor. Por mi parte yo pensaré que te estoy transfiriendo su custodia y tu y yo nunca hablaremos de mi hermana y tu en amoríos. No quiero verlos en escenitas románticas como las que protagonizan James y su esposa.

- Me alegra saber que has estado  pensando en todo. ¿Eso significa que no organizarás mi despedida de soltero?

Robert puso una sonrisa medio torcida en su rostro y lo miró entrecerrando los ojos.

- Podemos hacer una como la mía. Tú, James y yo en la biblioteca con una botella de brandy. Aunque estoy seguro a ti no te dejarán plantado.

- Creo que esa será una buena despedida y luego sólo quedarás tú como el único soltero del grupo.

Stephen solo quería  pasar el tiempo  con ese comentario pero el rostro de Robert se volvió triste de pronto.

- Si no logro solucionar todo este problema Ysabel nunca se casará conmigo. Respondió.

- ¿ Quién es Ysabel? - preguntó aturdido Stephen.

- La mujer con la que planeaba casarme pero no hay forma que ella me acepte con este escándalo.

Con el sonido de los caballos que avisaban la llegada del carruaje y los lacayos abriendo la puerta y acercándose para ayudarles a subir al carruaje no hubo forma de averiguar nada mas. Robert se volvió a dormir en el carruaje y Stephen se quedó pensando en si debería aceptar la propuesta de Robert y casarse sin demoras.

Casi perfectaTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang