Capítulo 12

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Rose se obligó a asistir al baile programado para esa noche, no podía mostrarse afectada por las acciones de Lord Edmond, después de todo no hubo entre ellos un cortejo formal y él frecuentaba la casa de otras damas. Los comentarios en el salón de baile no trataban otro tema sino el de la desgracia de Lady Susana, la hija menor de un vizconde, aunque los peores  comentarios la tildaban de ligera y casquivana y el conde era relegado al papel de pobre hombre tentado y que huyó al enterarse de sus intenciones. Rose se debatía entre la pena que tenía por Lady Susana y el alivio de no haber sido ella la descubierta. Cansada de sonreir para disimular se alejó de la pista de baile tomando asiento entre las chicas a las que nadie sacaba a bailar, las carabinas y las mujeres de mayor edad. A su lado una señorita de su misma edad movía los pies al compás de la música, podía notar que era algo baja de estatura y un poco subida de peso pero tenía un perfil hermoso, una nariz que ella hubiera querido para sí misma. Tanto se le quedó viendo que la muchacha la encaró, la vió directo a los ojos, estaba a punto de decirle algo cuando unas sonrisas chillonas llamaron su atención.
- Escucharon del conde que huyó dejando a Lady Juliana arruinada? Preguntó una
-Era tan guapo. Pero yo pensé que él iba a proponersele a Lady Rose Hamilton. Por qué estaría con Lady Juliana en la terraza? Preguntó otra
-Bueno eso es obvio, Lady Juliana era hermosa y Lady Rose bueno...
Rose respiró hondo no se podía creer que estuviera sentada escuchando chismes de ella a sus espaldas. La muchacha a su lado la siguió mirando y pareció reconocerla, Rose no pudo dejar de ver la mirada de pena que le dirigió.
- Dicen que Lady Rose es la dama perfecta. Dijo alguien más.
- Bueno yo diría ... Casi... Perfecta. Dijo quien había iniciado todo.
- Casi? Yo estuve en uno de los recitales donde tocó el piano realmente se lució y dicen que sus talentos son la poesía, el canto, habla muy el francés y
- Si Lady Rose no tuviera la dote que tiene te aseguro que estuviera por aquí como una florero más. Interrumpió alguien.
- Pero...
- No tratemos de ocultar la razón de que esa chica tenga toda la atención sólo en sus virtudes. Y todos sabemos que tiene una gran dote, así que si nadie quiere reparar en ese graaaan detalle en su rostro es por esa razón. Así que para mí ella es Casi Perfecta. Concluyó
Un silencio siguió a tan exaltada afirmación pero pronto comenzaron los murmullos.
-Es cierto. Ella no es perfecta es casi perfecta.
- Si yo tuviera su dote seguro que nadie vería mis gafas.
- Lady Rose Hamilton la dama casi perfecta —Río alguien y está vez si reconoció la voz, era Lady Mary— Quién diría que uno encontraría tan animada la charla en esta zona del baile.
En ese momento Rose hubiera querido desaparecer, los murmullos continuaron, Lady Mary pasó a su lado y fue desapareciendo entre los demás invitados sin darse cuenta de su presencia pero ella sintió una inseguridad que no había sentido desde hace mucho.
- Tranquila, respira —Unas manos tomaron las suyas con fuerza— No puedes desmoronarte aquí. Ven conmigo.
Rose siguió a la mujer que tan fijamente había estado mirando antes. Llegaron al salón de descanso para las damas y encontraron unas sillas algo apartadas de donde estaban otras mujeres arreglando unos desgarros en sus vestidos.
- No les hagas caso, cuando uno está ahí sin hacer nada puede llegar a chismear de todo y nada, mañana se habrán olvidado, no es que seamos muy influyentes verdad?
-Lo siento por ponerte en esta situación, no me conoces y me has ayudado a salir de ahí. Parece que últimamente necesito ayuda a todas horas.
Su acompañante le dio una mirada interrogante.
- No me hagas caso. Gracias, de verdad. Cómo te llamas? No te he visto antes. Yo te estuve mirando ... antes.. Lo siento.
-Deja ya de disculparte no tienes porque hacerlo. Mi nombre es Margaret Jones no me conoces, jamás he asistido a una sala de té o reunión en su círculo de amistades. Mi padre es un hombre de negocios el cual recibe en ocasiones invitaciones de sus socios para un baile y me trae con él, creo que tiene la loca idea de que yo puedo encajar aquí.
Rose se dio cuenta que Margaret esperaba su reacción, si ella fuera como cualquiera en esa fiesta se alejaría y no volvería hablarle pero en todo la temporada no había encontrado una amiga que no estuviera más interesada en conocer a su hermano más que a ella.
- Como ya te habrás dado cuenta yo soy Lady Rose Hamilton, si quisieras ser amiga mía puedes llamarme Rose.
- No creo que sea adecuado Lady Hamilton. Me he dado cuenta que no soy una compañía adecuada, mi padre puede ser un hombre importante de negocios pero eso en su mundo parece ser un defecto. Acotó apenada Margaret.
-Mi hermano está incursionando en los negocios, quien sabe y conoce a tu padre o quizá yo intente utilizar te como un medio para que mi hermano contacte a tu padre, no te has puesto a pensar en eso? Rose no pudo dejar de  lanzarle una mirada burlona.
- Eso sería un giro inesperado en mi vida, sin duda. Respondió sonriente Margaret.
En ese momento entró su madre y dirigiéndose a ella le reprochó con la mirada.
- Madre te presento a la señorita Margaret Jones, hemos venido juntas y se nos ha ido el tiempo conversando — viendo a Margaret le dijo — Margaret te presento a mi madre Lady Violet Hamilton.
Margaret hizo una torpe reverencia y sonrió, su madre le devolvió el gesto con un movimiento de cabeza. Rose estaba segura que no aprobaba su amistad.
- Rose querida creí que habías dicho que querías retirarte temprano, el baile de caridad de Enma está muy concurrido hasta yo quiero irme ya. Si nos disculpa señorita Jones.
Su madre la había tomado del brazo para irse pero ella se soltó y tomando las manos de Margaret le volvió agradecer y le invitó a tomar el té con ella al día siguiente, luego de asegurarse de recibir una respuesta positiva a su invitación se marchó feliz.
La felicidad no le duró mucho, al caminar para despedirse de la anfitriona no pudo dejar de escuchar las sonrisas y la frase " Casi perfecta" a sus espaldas. Quizá los comentarios de los floreros pasarán desapercibidos pero en boca de Lady Mary eran imparables.

Casi perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora