Capitulo 25

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Me desperté por el sonido suave de los pájaros afuera. Ese tipo de canto que solo se escucha lejos de la ciudad, limpio y fresco. Abrí los ojos lentamente; la cama aún estaba tibia, pero Liam no estaba a mi lado.

Me incorporé, acomodé la sábana y tendí la cama. Entré al baño, me lavé la cara con agua fría —que me terminó de despertar— y me cepillé los dientes. Al salir, el murmullo de voces llegó desde abajo.

Bajé las escaleras despacio.

—Buenos días — dije, todavía con la voz suave de recién levantada.

—Vaya, hasta que te despiertas — dijo Jake, con esa sonrisa de siempre.

Caminé directo a sentarme junto a Liam. Él estaba recargado contra el sofá, relajado, con el cabello un poco desordenado. Me acomodé a su lado y él pasó su brazo detrás de mí, sin decir nada, solo acercándome un poco.

—¿Qué hora es? — pregunté mirándolo.

—Las diez de la mañana — dijo.

—Wow, sí que es tarde. ¿Y ustedes a qué hora se levantaron, madrugadores?

—A las ocho — dijo Jake, moviendo las cejas exageradamente.

—¡Qué? — dije, incrédula.

—Es mentira — se corrigió — nos levantamos a las nueve y media.

Liam soltó una risa por lo bajo.

—¿Qué haremos hoy? — pregunté, recargándome un poquito más en él.

—Nos adentraremos al bosque — respondió Octavia mientras comía su cereal.

—¡Qué padre! — dijo Jake de inmediato.

(...)

Terminamos de comer y, como siempre, yo me puse a lavar los platos. Después subí para cambiarme. Estaba por cerrar la puerta cuando:

—Espera — dijo Liam.

La puerta se abrió de nuevo y él entró. Cerré detrás de él. Subí mi maleta a la cama, él hizo lo mismo con la suya. Tomé una blusa negra de tirantes, una chamarra y mis pantalones negros. También saqué tenis más cómodos para aguantar la caminata. Entré al baño a cambiarme.

Cuando salí, Liam se estaba quitando la camiseta para ponerse una sudadera verde oscuro. La luz de la ventana le marcaba la espalda, los hombros. Me quedé mirándolo sin darme cuenta.

Él me atrapó al instante.

—¿Qué? — preguntó sonriendo.

—Nada — dije rápido, poniéndome los tenis.

Se acercó a mí y se inclinó hasta quedar justo en mi oído.

—Estamos en un lugar público, lo siento — susurró, con esa voz suave que sabía usar perfectamente bien.

—Liam — dije mirándolo, tratando de no reír.

Él solo sonrió.

Preparé mi mochila: puse dos termos, un cambio de ropa, algunas cosas por si las necesitábamos. Estaba ajustándome las correas cuando él me detuvo con la mirada.

—No.

—¿Qué? — pregunté.

—Yo llevo eso — dijo, tomando la mochila suavemente de mis manos y poniéndosela él.

—Liam, yo puedo—

—¿Me puedes dejar ser caballeroso? — se acercó aún más, con esa mirada seria pero cálida.

My Only One 3 •Editando•Where stories live. Discover now