IV

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Lan Zhan no sabía cómo sentirse o cómo reaccionar ante la noticia de la muerte de su cuñado. Él en verdad tenía la esperanza de que Wuxian no cometiera alguna locura, pero se equivocó. ¿Estaba mal el entender por qué hizo lo que hizo? Claro que no, después de todo él también pensó en acabar con su vida luego de que Guangyao lo dejó.

Pero ese sentimiento de tristeza que no lo había abandonado desde la boda de su hermano solo había crecido. Wei Ying no soportó el dolor, se rindió y de alguna manera él sentía que también tenía parte de culpa por no obligar a su hermano de hablarle con la verdad a su prometido.

Jiang Cheng no había parado de llorar y pedir perdón entre sollozos. Para él todo aquello era un castigo por amar a quien no debía. Su hermano murió odiándolo, murió por el corazón que él ayudó a romper. Se sentía como una basura, se sentía como un asesino. Él ayudó a que el alma pura de Wei Ying decidiera ponerle fin a su dolor. ¿Cómo podría él seguir viviendo de ahí en adelante? No lo sabía, pero lo que sí sabía era que por todo lo que le restaba de vida viviría lamentándose por sus acciones, pidiéndole perdón a una persona que jamás lo perdonaría.

Lan Huan estaba devastado, en shock. Wei Ying se suicidó por su culpa, por la traición tan horrible que le hizo. Ese lindo omega que le entregó su amor puro y sincero ya no estaba, había dejado de respirar. Sus esperanzas de remediar sus errores y de poder hacer feliz a su esposo se desvanecieron como humo. Ya nunca más volvería a ver la dulce sonrisa de ese hombre que lo amó incondicionalmente hasta el final. Viviría sus días lamentándose de no haberlo amado, de no haberlo valorado como Wei Ying a él, sin una oportunidad de pedirle perdón.

Wanyin y Xichen se juraron internamente que dejarían de verse, que nunca más volverían a dirigirse la palabra. No se merecían ser felices y estar juntos después de que ellos fueron los únicos culpables de la muerte de Wuxian. Se alejarían y enterrarían sus sentimientos en lo más profundo de su ser por respeto a la memoria de quien tanto dañaron e implorarían todos y cada uno de los días por el perdón de alguien que jamás les respondería.

Los Jiang y los Lan se vistieron de luto por la muerte de Wuxian. Exigieron el cuerpo del omega a Wen Qing, pero esta les explicó que A-Xian le había pedido en una carta que lo cremara y que regresara sus cenizas a sus tíos y su hermana para que estos las esparcieran en Muelle de Loto.

Les entregó una bonita urna de color negro con decoraciones pintadas en rojo. Jiang Cheng en un arrebato tomó la urna de las manos de su prima y la abrazó a su pecho, llorando desgarradoramente. —¡Hermano... hermanito...! ¡Perdóname, por favor! —Repetía una y otra vez sin soltar la urna.

Wen Qing estaba fingiendo perfectamente ante todos los demás, luciendo triste e incluso derramando lágrimas. El plan tenía que salir perfecto y tenía que asegurarse que todos se creyeran la muerte de Wei Ying.

—Bueno, he despedirme de todos ustedes. Ya he cumplido con la última voluntad de mi primo y he traído sus cenizas de regreso a su hogar. Lo siento muchísimo por no poder hacer nada para detenerlo. —Se despidió de los presentes y se dio la vuelta para salir de aquella casa.

Antes que pudiera llegar a la puerta sintió que la tomaban del brazo, deteniéndola. Lentamente se volteó hacia aquella persona. —¿Deseas algo? —Preguntó con tono despectivo a Xichen.

—Yo... solo quiero saber si él... si... sufrió mucho... —Xichen se sentía estúpido al preguntar eso, pero quería escucharlo de la última persona que lo había visto con vida.

—¿Que si sufrió mucho? ¡Tú no tienes idea del infierno por el que pasó! —Le gritó con rabia. Los demás se voltearon a la escena para poner atención al intercambio que esos dos estaban teniendo. —¡Wei Ying se dejó morir lentamente! ¡No comía, no dormía, no se levantaba de la cama! ¡Era como un muerto en vida! ¡Lloraba sin descanso y se preguntaba constantemente por qué no había sido suficiente para ti! ¡Se preguntaba si había sido un mal hermano para que Jiang Cheng le pagara de esa forma! ¡A-Xian perdió todas las ganas de vivir gracias a ustedes dos! —Los señaló despectivamente. Las lágrimas de enojo escurrían por el bonito rostro de la alfa. —¡Y simplemente un día ya no lo soportó! Ahora él al menos está descansando en paz y ya no siente dolor. Al menos ahora tendrá tranquilidad. Y espero que ustedes sufran aunque sea la mitad del dolor que le causaron. —Finalizó sus palabras y se largó de esa casa. No sin antes lanzarle a la cara a Xichen el certificado de defunción de Wei Ying.

Heridas de Amor... {WangXian}Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ