XXV

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Wuxian se sentía perdido, desorientado y muy agotado, además de adolorido. Luchaba por abrir sus ojos, pero sus párpados se sentían demasiado pesados. El aire a su alrededor olía demasiado a desinfectante, alcohol y medicinas. Los únicos sonidos que podía distinguir momentáneamente eran los de las máquinas monitoreando sus signos vitales. Por un momento el omega no sabía dónde estaba o qué había pasado. Su mente estaba en blanco, pero en su corazón se sentía intranquilo, angustiado y preocupado.

Wei Ying siguió luchando por abrir sus ojos hasta que lo consiguió. La luz lo cegó por unos segundos, causando que parpadeara repetidas veces antes de acostumbrarse a la molesta luz blanca. Solo bastaron segundos para que en su mente se repitieran los acontecimientos que habían pasado y para que una sola conclusión lo atravesara como un cuchillo: Jingyi, su hijo, había sido secuestrado por Xichen.

Sintió el pánico invadir su cuerpo como una ola arrasando con todo a su paso, recordando con dolor que no tenía a su pequeño alfa con él, que estaba desaparecido y en manos de ese imbécil de Lan Huan. Justo en esos momentos en los que el aire comenzaba a faltarle por las emociones que lo estaban embargando, la puerta de su habitación se abrió, dejando que una Yanli muy preocupada entrara casi corriendo hacia su hermano.

—¡A-Xian! ¡Tranquílizate, por favor! ¡Alterarte así no te hará bien! ¡Trata de respirar despacio! —La muchacha trataba por todos los medios de hacer que Wuxian se calmara, ya que ella sabía que si su hermano continuaba estresándose sería perjudicial para su condición.

—¡A-Li! ¡Mi Jingyi! ¿¡Dónde está mi hijo!? —Preguntaba Wuxian visiblemente afectado por haber recordado lo que estaba pasando.

—¡Por favor, A-Xian! ¡Cálmate! —Seguía insistiendo la dulce omega. —¡No quiero tener que llamar a Wen Qing y que te seden nuevamente!

Ante esto último dicho por Yanli, Wuxian trató de calmarse. Hasta ahora se daba cuenta que seguía en el hospital, y que estaba recostado en una cama. ¿Qué le había pasado? El omega no podía recordar nada más allá de encontrar a Jiang Cheng tirado con una herida en la cabeza en la habitación que ocupaba Jingyi, el momento en que el Jiang le dijo que Xichen se llevó a su hijo y luego él entrando en pánico. De ahí todo está borroso en sus recuerdos. No recuerda qué le pasó o cómo llegó él a estar internado en el hospital.

—Shijie, ¿qué hago aquí? ¿Qué me pasó? —Preguntó Wuxian a su hermana un poco vacilante.

—¿No lo recuerdas? —Preguntó desconcertada la omega mayor.

—N-no... —Contestó el omega.

—A-Xian... —Yanli no sabía cómo tomaría aquello su hermano. A-Qing había sido tajante a la hora de decirle que Wuxian no podía volver a alterarse porque esta vez sí perdería su embarazo. La omega tenía que encontrar una manera de darle las noticias sin que este se alterase demasiado. Así que con cuidado se sentó en la cama con el omega y tomó una de sus manos entre las suyas. —Tú... A-Xian, tuviste una amenaza de aborto provocada por todo el estrés que has estado acumulando desde hace tiempo. La noticia del secuestro de Jingyi fue el detonante para que eso sucediera.

El rostro de Wei Ying se tornó pálido al escuchar lo que Yanli había dicho. Rápidamente recordó el dolor que sintió en su vientre cuando estaba con Lan Zhan y la sangre escurriendo por sus piernas. Llevó la mano que tenía libre hacia su vientre en un gesto protector y sus ojos se llenaron de lágrimas que fueron derramadas sin detenerlas. ¿Había perdido a su bebé?

—Shijie... mi bebé... —Dijo con dificultad el omega.

—Shhhh, tranquilo, mi pequeño Xian Xian. Tú y tus bebés están bien. A-Qing es una excelente doctora e hizo hasta lo imposible por salvarlos a los tres. —Dijo Yanli con una sonrisa dulce en su rostro y apretando la mano de su hermano para transmitirle seguridad.

Heridas de Amor... {WangXian}Where stories live. Discover now