Heridas de Amor... {WangXian}

XI

Un año se pasó volando desde el nacimiento del pequeño Jingyi. Los primeros meses fueron extremadamente difíciles y cansados para Wei Wuxian, quien, cabe destacar, no sabía absolutamente nada sobre bebés. Aunque el cachorro era tranquilo y de carácter dulce la mayor parte del tiempo, habían ocasiones en las que era verdaderamente difícil lidiar con sus berrinches y rabietas, especialmente cuando quería atención de los demás.

El pequeño era muy posesivo con su papi, cuando alguien a quien él no reconocía se acercaba demasiado comenzaba a llorar a todo pulmón y no se calmaba hasta que se alejaban del desconocido. Era un pequeño muy listo y manipulador.

Lan Zhan trataba de visitarlos dos o tres veces al mes, y se quedaba un par de días con ellos. Cuando el pequeño Jingyi lo veía llegar, trataba por todos los medios de zafarse de los brazos de sus tíos o su papi para ir hacia los brazos del alfa, y si este no le hacía caso, hacía berrinches épicos hasta obtener la atención de Wangji. El niño lo adoraba y Lan Zhan lo adoraba a él.

Wuxian se sentía feliz de ver que su pequeño quería tanto al alfa, aunque a veces se sentía un poco celoso de ver el vínculo que ambos habían creado. Jingyi era todo sonrisas y amor cuando el alfa estaba en casa. El corazón roto de Wuxian poco a poco iba sanando gracias a esos dos hombres que habían llegado a su vida.

La relación de Wangji y Wuxian, si es que se la podía catalogar como tal, estaba estancada. Desde los besos que compartieron el día del nacimiento del cachorro no habían tenido avances significativos. Claro que compartían besos de vez en cuando, miradas o abrazos, pero ninguno de los dos había dado el siguiente paso. Ambos aún tenían miedo de volver a sufrir por amor.

Los hermanos Wen habían tratado de hablar con ambos, hacerlos entender que no pasaría nada malo si ellos se arriesgaban, pero ambos eran unos tercos y necios. Aunque secretamente ellos esperaban que el otro diera el primer paso. Eso frustraba enormemente a A-Qing y A-Ning, quienes a veces los querían golpear en la cabeza para ver si así entendían.

El primer cumpleaños de Jingyi había pasado entre risas, regalos, abrazos y felicidad en esa pequeña familia. El niño había disfrutado muchísimo junto a sus tíos, su papi y Wangji, quien había llegado con un montón de regalos para su cachorro favorito. Jingyi definitivamente era un rayito de luz en la vida de todos ellos, quienes harían cualquier cosa, hasta lo imposible, por ver al niño ser feliz.

Luego que la pequeña celebración terminase, Wuxian, Wangji y Jingyi estaban abriendo sus regalos en el piso de la sala. El niño rompía con un poco de torpeza el envoltorio de los obsequios. Sus ojitos brillaban de la emoción con cada regalo abierto. El pequeño aún no hablaba, solo balbuceaba cosas en su idioma de bebé; aún estaba aprendiendo a mantener su equilibrio parándose y sosteniéndose de los muebles, daba pasitos torpes cuando alguien lo sostenía de sus manitas, pero si lo soltaban, este caía sentado al suelo y se reía a carcajadas.

El pequeño estaba sentado entre las piernas de Wei Ying, quien lo ayudaba a romper el papel de regalo. —¿Quieres que abramos otro? —Preguntaba con un tono feliz al pequeño, quien por respuesta solo sonrió ampliamente. —¡Está bien, abramos este! —Anunció Wuxian, tomando un regalo grande. —Veamos de quien es... ¡Es de Lan Zhan! —Dijo alegre el omega. El pequeño al escuchar el nombre del alfa que estaba sentado frente a ellos en el suelo, emitió una alegre carcajada y aplaudió con sus manitas. Wangji sonrió enternecido al ver al pequeño tan emocionado.

Jingyi rompió junto a su papi el envoltorio y sacó un bonito juguete. El niño sonrió una vez más e hizo algo que ninguno de los dos adultos esperaba: el pequeño se levantó de su lugar ayudándose de su papi, se puso de pie y se quedó unos instantes así, como equilibrando su pequeño cuerpecito. Quedó de frente al alfa, quien solo observaba lo que hacía el pequeño con asombro, luego dio pequeños pasitos vacilantes en dirección a Wangji.