➳ciento uno

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[espacio dedicado para las personas que van llegando, disfruten]

rubén


—No, no, no, ¡no! —grito agitando las manos.

—No le empujes, Raúl —habla mi madre.

—Sí, empujalo —anima mi padre.

—Por una vez en tu vida no lo hagas, te lo pido —casi ruego mirándole desesperado.

Es que acaso no sabe lo feo que se siente que empujen tu cara al pastel, se te mete por la naríz, joder.

—Está bien, sólo por esta vez —acepta—, dale la mordida al pastel, yo voy a subir tu foto y todos van a saber dónde te sentaste.

Le veo sacar su celular y buscar algo, no sé por qué pero no le creo del todo, pero voy a confiar en este hijo de puta.

—Anda, dale la mordida, cariño —me dice mi madre y le veo grabar con su celular, ¿por qué todos los años hace esto?

—Sí, dale —escucho a Auron sin darnos tanta atención—... Ru-bius, donde... te sentaste, listo.

Es ahora o nunca, me acerco al pastel y le doy una mordida pequeña y cuando pienso que el peligro ha pasado, siento mi cara estampar contra el pastel, ¡es que lo sabía!

Escucho las rosas de Auron y las de los demás.

—Ja, sí lo empujó —se burla mi padre.

—Si te hubieras sentado en otro lado no tendrías la cara llena de pastel —Auron sigue riendose como el gilipollas que es, igual que los otros, pero ellos no lo son.

Siento que estoy respirando pastel, creo que me voy a morir.

Estoy por pegarle a Auron, pero siento que alguien comienza a limpiarme la cara y no es necesario voltear a ver quién es, estoy seguro de que es Samuel.

Me tranquilizo y espero a que mi novio terminé de limpiarme la cara, y el otro hijo de puta se sigue burlando.

—Ay, Raúl —habla mi madre.

—¿Eh? ¿qué hice? —voltea a verla.

Y encima pregunta el subnormal.

—Ay, iré por la comida, sé que más de uno tiene hambre, ya regreso, ayudame —se lleva a mi padre con ella y los dos salen del comedor.

—Voy a tirar esto, Rub —dice Samuel, después de terminar de limpiar mi cara con ayuda de cincuenta servilletas.

—Vale —digo y él se va hacia la cocina, supongo.

—Joder, tío, tengo hambre ya, quiero comer —suelta Auron.

—Comeme la polla —le digo.

—No, que me la coma a mí —dice Mangel.

Volteamos a ver a Luzu, quien nos mira seriamente, pero si su novio se lo buscó. No aguantamos más y reímos como subnormales.

—No quiero —habla Auron—, yo sólo quiero la de Luzu.

—¡Auron! —le regaña.

Qué bueno, se lo merece.

Miro a Mangel, que ahora ya no se está riendo y sólo está como bobo mirando hacia otro lugar.

—Ay, Mangel, no te lo había dicho antes, pero te extrañé mucho —chillo y lo abrazo.

—Tú... yo también, pero tu novio no se va a poner celoso, ¿o sí? —pregunta.

¡rubio, ponte el cubrebocas! ➳rubegetta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora