➳ciento tres

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[espacio mamalon para la banda que viene llegando se reporte]

rubén

Tiro la cáscara del plátano que me comí al cesto de basura que está cerca de mi escritorio, sorprendiendome un poco al ver que se ha metido. Qué puntería me cargo, creo que es suerte.

Tendré suerte sólo en esto, fuck.

Me acomodo en mi cama, mirando hacia el techo, sin nada mejor que hacer, realmente no tengo nada mejor que hacer.

Mis días son tan aburridos y sin sentido desde que no escucho a alguien decirme "chiqui", en realidad sólo han sido dos, pero #Dramas.

Desde ese feo día sólo he podido lamentarme en silencio, ¿por qué? Porque no le he dicho a nadie, ¿la razón? No sé cómo explicar esto, además; qué si le digo a alguien esto y luego todo se resuelva. Bueno, ese día pensé lo anterior y ahora estoy aquí dos días después pensando lo mismo. Aveces soy tan tonto, de verdad.

—¿Rubén? —escucho la voz de mi mamá, luego de un par de toques en la puerta y escuchar como esta se abre.

—¿Sí? ¿qué pasa, mamá? —volteo a verla.

—Por un momento pensé que no estabas, cuánto silencio hay aquí —mira por todo el lugar, como buscando la razón de tanta tranquilidad—. Cómo sea, hace un momento me encontré con Chris, preguntó por ti y el por qué no has contestado los mensajes.

—Aaah, puse el celular en silencio, no tengo ganas de salir ni un poco, además tengo sueño, mucho sueño... Dile que estoy durmiendo —le digo con flojera, aunque en realidad sea otra cosa.

Se queda mirandome, como si estuviera analizandome, y segundos después alza levemente una ceja. ¿Qué está pensando en este momento?

—Últimamente estás aquí sin hacer nada, ¿te encuentras bien? No te
he escuchado gritar como siempre.

—Sólo estoy descansando, mamá...

—Te he dicho muchas veces que duermas temprano, pero pareciera que te digo lo contrario. Te duermes a la hora en la que yo despierto, eso no es nada sano, hijo —comienza a regañarme.

—Ya lo sé, lo siento —respondo desganado.

—Ay, Rubén —dice—, te dejo descansar si es lo que quieres, después de eso haz algo más para no aburrirte, podrías hablar con Sam.

—Sí, claro —no me doy cuenta del tono que uso hasta que finalizo la oración.

—Ya me voy, descansa —habla antes de cerrar la puerta.

No, no se dio cuenta.

Suelto un suspiro cansando y vuelvo a posicionarme como estaba hace algunos minutos atrás, no sin antes tomar mi celular.

Enciendo el móvil y enseguida miro el fondo, hago un pequeño puchero y de nuevo me siento como antes, incluso peor. ¿Por qué me pasan estas cosas a mí?

Reviso los mensajes desde las notificaciones, tratando de centrarme sólo en eso, y los únicos mensajes que hay son los de Chris, donde dice no sé qué; que su madre le mandó a limpiar su jardín y es una oportunidad para poder hablar. ¿O era regar las plantas? Da igual, pero lo que quiere es hablar de la primera gilipollez que se nos cruce por la mente.

Joder.

Dejo el móvil a un lado y ya, ya lo he decidido, me levantaré de la cama y dejaré de valer mierda, vale, sólo me levantaré de la cama, tampoco puedo hacer tanto.

Me levanto de la cama y camino hacia la ventana, que está cubierta con las cortinas de color verde. Tomo con mucho cuidado una orilla de la tela y la jalo suavemente, lo suficiente como para mirar hacia el exterior; desde aquí puedo ver el jardín y el patio trasero de la casa de al lado.

¡rubio, ponte el cubrebocas! ➳rubegetta Where stories live. Discover now