➳ochenta y cinco

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rubén

Coño, coñoooooo. Ha pasado más de una hora y yo sigo sin poder creerme las palabras de Samuel, vale, sigo sin creerme todo.

Estoy recostado encima del sofá del salón con el televisor prendido y no sé qué cojones está pasando, ni siquiera estoy viendo la pantalla, supongo que el techo es mucho más interesante que cualquier otra cosa.

Es que joder, ¿de verdad somos novios? Dios, ¿soy novio de Samuel? Ah, que cuando lo digo me emociono muchísimo y tengo ganas de gritar.

—Ahhh—suelto un chillido, mientras pataleo como si fuera un niño pequeño.

O me muero de tanta emoción o despierto de este bello sueño, no sé qué opción sería peor.

Joder, ¿dónde dejé mi estúpido móvil? Dios, si me dijo que... Ah, me da un no sé qué sólo de recordar lo que me dijo antes de irse, ahhh.

"Adiós, chiqui, te aviso cuando llegue a mi casa, ¿sí, bebé?"

—Otra vez me he puesto rojo, coño—digo, tomando uno de los cojines y tapando mi cara.

Me lo dijo, lo dijo, joder, y yo como gran gillipollas que soy me quedé mirándole como bobo, y claro; después la cara se me puso como tomate, casi exploto ahí mismo.

Sólo mi madre me decía "bebé", ¿ahora él también lo hará? ¿por qué se escucha tan hermoso salido de sus labios? ¿si Samuel me dice "bebé", yo también puedo hacerlo? ¿o le sigo llamando don cuarentena?

—¿Cariño? —escucho la voz de mi madre.

Joder.

—E-eh, ¿qué? —me quito el cojín de la cara y lo aviento hacia quién sabe dónde.

—¿Estás bien? —pregunta.

—¿Quién yo?

—Sí, tú, Rubén.

—Emh, sí.

Mi madre se pone una mano en la cintura y me mira más extrañada que antes.

¿Y si ella vió y lo sabe todo? Ay no, igual le tengo que contar, además si lo hubiera visto no estaría tan tranquila. Supongo.

—Estás viendo infomerciales en la tele y además, tienes la cara muy roja, ¿acabas de llegar a la casa? Te dije que no te tardaras, Rubén—me regaña.

Volteo a ver al televisor y luego regreso la mirada hacia mi mamá.

—Oh, pensé que había dejado puesto Bob Esponja, y no, mamá, llegué hace un buen rato—respondo.

Vale, entonces ella no sabe nada.

—¿Por qué no fuiste a verme?

—Porque estaba viendo infomerciales, además, tú siempre dices que no te moleste cuando estás trabajando.

—¿Desde cuándo eres tan obediente?

—No lo sé.

—¿Por qué estás rojo?

—¿Por qué estás haciendo tantas preguntas? —me toco la cara con mis manos, y efectivamente, mi cara sigue roja—. Y es porque hace frío.

—Afuera hace frío, dime la verdad, Rubén, ¿acabas de llegar? —me mira seriamente.

¡rubio, ponte el cubrebocas! ➳rubegetta Where stories live. Discover now