Alessandro
- ¿Qué pasa, gatita? ¿No querías que te castigara?
Amélie me miró, parecía un poco consternada intentando mantenerse quieta.
- Alessandro, tú y yo no tenemos por qué recatarnos. - Dijo tratando de hablar con claridad.
- Tú sí. - Respondí.
- ¿Qué?
- Estás castigada.
Salí del coche y fui a abrir la puerta de la francesa. Ella, intentando recuperar la compostura, salió del coche y se agarró de mi brazo. Su acción me sorprendió un poco, sin embargo, no mostré mi sorpresa.
Amélie
¿De verdad cree que dos no pueden jugar a este juego? ¿Con quién diablos se cree que está tratando?
Subimos las escaleras hacia la terraza de un restaurante. Allí estábamos los dos solos, así que nos atendieron muy rápido y nos trajeron un vino que mi prometido se encargó de servir.
- Entonces... - Hablé colocando mi mano sobre su rodilla. - ¿Dices que estoy castigada?
- Nena... - Rogó tragando saliva, mientras yo movía mi mano más hacia arriba.
Pronto encontré un bulto que me encargué de acariciar de un extremo a otro por encima de la ropa.
- Amélie. - Dijo cabreado pero dejándose hacer.
- ¿Qué pasa, Daddy?
- Para ahora mismo. - Pidió tensando su mandíbula.
- ¿Por qué? ¿No te gusta? - Dije haciéndolo más rápido.
Él comenzó a respirar más agitado y justo cuando creí que no podría aguantar más, dejé de tocarlo y me senté bien de nuevo. Justo al hacerlo, entró un camarero y nos dejó la comida sobre la mesa.
- Muchas gracias. - Dije sonriendo.
Miré a Alessandro y lo vi cabreado, muy cabreado.
- Traiga la cuenta. - Demandó el italiano a lo que yo me tensé un poco.
- ¿Está seguro? - Preguntó el joven confundido.
El italiano gruñó y el chico salió disparado y trajo la cuenta. Alessandro dejó no sé cuántos billetes sin siquiera mirarlos, me tomó de la mano y me arrastró hacia el coche.
Por muy enfadado que estuviera, me abrió la puerta y yo entré rápidamente y sin rechistar a lo que él respondió con un portazo. Entró en el asiento del conductor y comenzó a conducir.
- ¿Por qué has hecho eso?
- ¿Que por qué lo he hecho? - Preguntó Alessandro haciendo una mueca con su boca. Su lengua formó un bulto en su mejilla cuando la tocó con ella. Algo que interpreté como un "No me jodas".
- Ibas a invitarme a cenar y nos hemos ido.
El italiano sonrió como un capullo.
KAMU SEDANG MEMBACA
L'affare
Romansa- Entonces, vita mia, ¿tenemos un trato? • • • En la mafia no siempre es posible escoger, y cuando es posible, todas las opciones parecen ser igual de malas. Alessandro y Amélie nunca pensaron en casarse, pero ahora que les conviene, tienen un trat...