Capítulo 22: El millón

4.8K 342 9
                                    

Amélie

- No me gusta nada que vayas a esos sitios y estés sola. - Confesó mi marido.

Otra vez la misma discusión: yo tengo que ir al club de incógnito y él no quiere que vaya para que no me hagan daño. Como si eso fuera a ocurrir.

- Sólo queremos ver si está allí, Alessandro. Y no estaré sola.

- Voy a acompañarte.

- Si haces esfuerzos se te puede abrir la herida.

- Sabes que no me importa.

- Por favor, no hagas eso, ¿vale? - rogué. - No volveré tan tarde como la última vez, lo juro.

- Te esperaré despierto.

Sonreí, aunque me pareció extraño que se rindiera tan pronto.

- Llegaré a la hora de cenar.

- Cocinaré entonces, así te compenso aquella cena que nunca tuvimos. ¿Que te parece? - propuso atrayéndome a él colocando sus manos en mi cintura.

- Me parece que volveré lo antes posible.

Lo besé y cogí mi bolso, dispuesta a irme cuando él me dio una nalgada.

- Ve con cuidado, ¿quieres?

Asentí y besó mi frente.

- Te quiero mucho, mucho, mucho. - Le dije.

Quería decirle que le amaba, pero no era el momento.

- Yo te quiero mucho, mucho, mucho más.



- ¡Natasha! No sabía que venía hoy. - Saludó Michael.

- No pensaba hacerlo, pero el otro día me lo pasé bien, así que heme aquí. - Reí falsamente. - ¿Ha venido a ver a su amigo de nuevo?

- Claro, siempre vengo a verlo a él.

Muy bien, o sea que siempre que Michael viniera, estaba Daniel.

- ¿Sólo viene por él? - fingí estar impresionada.

- Si no, ¿para qué iba a venir?

- Parecéis muy unidos.

Michael sonrió amargamente.

- ¿Y usted viene a ver a Evans?

- Si no, ¿para qué iba a venir? - le imité.

- Aún quedan unos minutos para que empiece, ¿vamos afuera?

Iba a responderle, pero en ese momento me llegó un mensaje.

Daddy

Qué tal vas?
19:24

Shhh, trabajando
19:24

Justo cuando quise volver a responderle a Michael, algo hizo que me girara hacia la entrada y no podía creer lo que estaba viendo. Pero sí, Alessandro D'angelo estaba ahí.

No era raro encontrar a personas de su mafia en este "club", de hecho era muy común y más aún cuando hoy había venido nuestro amigo Hugo a pelear. Pero claro, Hugo no era amigo de Natasha.

Aparté mi mirada rápidamente de la entrada y la volví a mi acompañante.

- Perdone, ¿qué había dicho?

L'affareМесто, где живут истории. Откройте их для себя