Amélie
Corría por el bosque. Huía de Él, miraba hacia atrás para saber si aún me seguía o ya lo había perdido de vista. Sin embargo, él era muy rápido. Fue muy tarde cuando me di cuenta de que no había más camino y no podría dar la vuelta, mi único camino era saltar del acantilado, y lo más probable era que no sobreviviera. Pero, ¿Preferiría la muerte a que él me atrapara?
Definitivamente.
Aceleré aún más y salté, pero no fui lo suficientemente rápida. Su mano me agarró del cuello. Escuchaba como se reía de mí y yo no podía hacer nada. Sólo quería llorar, no quería estar con él, se lo había dicho tantas veces...
- Por favor, suéltame...
- Claro, lo haré. Cuando me des lo que quiero. - Demandó con voz ronca.
- ¿Qué quieres? - Pregunté. Mi voz temblaba y comenzaba a quedarme sin aire.
Él me soltó y me dejó tirada en el suelo. Tosí y me revolví allí cuando escuché el sonido de algo metálico, por lo que me levanté.
Cuando me giré, vi que sostenía en su mano dos anillos. Dejó ver una sonrisa mezquina.
- ¿Conoces estos anillos?
- Sí. - Respondí al borde del llanto; frustrada, enfadada y asustada.
- Te dije que podías recuperarlos si te quedabas conmigo.
- No quiero un anillo, lo quiero a él de vuelta, joder.
Él volvió a reírse de mí.
- Ni siquiera yo podría traer a un muerto a la vida.
- ¿Qué quieres de mi?
Rogaba porque me dejara en paz, no quería seguir mirándole a la cara porque me producían ganas de vomitar y un miedo fuera de lo común. Pero sobre todo: Rabia.
- Tu alma, tu cuerpo. Todo. Quiero todo de ti, me perteneces.
- No le pertenezco a nadie, cabrón, y aún menos a ti.
Él me dio una bofetada.
- Eres mía desde el momento en que te tuve. Ahora tienes que volver a casa.
- ¡No es mi casa! ¡¿Por qué no lo entiendes?! - Grité frustrada.
Él guardó silencio pero sabía que estaba enfadado.
- ¿Ah, No? Déjame recordarte lo que es tu casa.
Volvió a tirarme al suelo y se colocó encima de mí.
- ¡Déjame en paz, joder! ¡Déjame, déjame! ¡Para! - Rogaba chillando.
Comenzó a subir la falda del vestido que llevaba puesto.
- Si no vienes conmigo por las buenas, te llevaré por las malas.
- ¡Amélie! - Gritó Alessandro.
Espera, ¿Alessandro?
Desperté en mi cama agitada. Alguien estaba a mi lado y sostenía mi cara entre sus manos. Retiré ambas de mi cara y me di cuenta de que era mi marido cuando me ubiqué.
- Era una pesadilla, Amélie. - me dijo él. - ¿Te encuentras bien?
Sólo pude negar con la cabeza. Estaba temblando y sentía que Él se había llevado mi voz. Alessandro me envolvió entre sus brazos e inmediatamente me sentí más segura. A los segundos, dejé de temblar.
Ésta era una pesadilla recurrente, muchas noches soñaba con Él, aunque nunca lo había hecho durmiendo con Alessandro y pensaba que simplemente habría superado esa etapa de mi vida. Pero no. No creía que iba a poder superarlo nunca.
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L'affare
Romance- Entonces, vita mia, ¿tenemos un trato? • • • En la mafia no siempre es posible escoger, y cuando es posible, todas las opciones parecen ser igual de malas. Alessandro y Amélie nunca pensaron en casarse, pero ahora que les conviene, tienen un trat...