Capítulo 31: Conversaciones de vino

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Amélie

Mis ojos se empaparon en lágrimas mientras soltaba la mano de mi marido.

- Chicos... - Murmuré.

Los cinco se abalanzaron sobre mí y nos abrazamos por lo que me parecieron dos segundos, en los que todos llorábamos. Sin embargo, al mirar hacia Alessandro y ver que hablaba con la mujer de Jacob, supuse que había pasado algo más de tiempo.

Me separé de ellos muy a mi pesar y los miré.

- Pero qué ha... ¿Qué ha pasado? - Reí con lágrimas en los ojos.

Ellos también lo hicieron.

- Dios, estáis tan guapos. - Bromeé intentando quitarle hierro al asunto.

- Amylin, qué grande estás. - Dijo Ray.

- Oh, Ray. - Volví a abrazarle. - No tenéis ni idea de lo mucho que os he echado de menos...

- Yo a ti también. - Confesó Lucille. - Pero ya estamos juntos de nuevo.

- Y ahora hemos madurado. - Respondió Jacob.

- Bueno, todos menos tú. - Bromeó Liam.

- ¿Y tú sí? - Jugó Miranda.

Volvimos a reír y sentí que no hicieron falta más palabras. Hablamos unos minutos más, hasta que me acordé de que no estábamos sólos.

- Chicos, él es mi marido, Alessandro. - Él llegó junto a mí.

- Ella es mi mujer, Sabrina. - Presentó Jacob a la embarazada.

- Os lo teniaís bien guardado, ¿eh? - Bromeó Lucille.

Hablamos durante al menos una hora en la que parecía que nada había cambiado, excepto porque Nikolai ya no estaba, claro. Cuando empezó el funeral, escuchamos al cura hablar sobre él como si fuera un santo, pero no dije nada. En realidad nadie lo hizo.

No vimos a ningún integrante de la mafia rusa durante el funeral, ni tuvimos ningún inconveniente. Cuando terminó, a Alessandro se le ocurrió la idea de invitar a cenar a mis amigos a nuestra casa y no pude negarme.

Así que aquí estábamos, cenando y riéndonos en la mesa del comedor.

- ¿Sabes lo que era increíble? - Cuestioné. - La de veces que Cassie te regañaba al día.

Lucille, Liam, Miranda y Jacob se rieron.

- Siempre era por culpa de alguien más... - Sonrió Ray inocentemente. - Lo juro.

- ¿Dónde está ella, por cierto?

- Se ha quedado en casa, cuidando a los niños.

- ¿Los niños? - Me atraganté. - ¿En plural?

Mi amigo se rió de nuestras caras.

- ¿Por qué ese tonito de sorpresa?

- ¡No me has dicho que eras padre! ¡Ni siquiera sabía que seguías con ella!

- Bueno... No lo supe hasta hace dos años y me costó asimilarlo.

- ¿Qué?

- Lo habíamos dejado antes de entrar a la cárcel. Cuando salí, me la encontré en un parque con los gemelos, y bueno... El resto es historia. Ahora estamos juntos de nuevo y tenemos dos hijos maravillosos que... Que quieren adoptar un perro.

Nos reímos y felicitamos a Ray. No me podía creer que él fuera padre.
Nos enseñó algunas fotos de sus hijos y no pudimos encontrar ninguna diferencia, sin embargo, nos contó que ambos eran muy distintos.

L'affareWhere stories live. Discover now