Capítulo 20: Herida

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Amélie

Después de dos semanas, los rumores parecían haberse calmado muchísimo y la gente ya no pensaba que no estábamos enamorados. Sin embargo, todo ésto me hacía replantearme toda nuestra relación; es decir, Alessandro y yo éramos muy parecidos y una de las cosas en las que nos parecemos, es en el orgullo. Él y yo pocas veces nos recordábamos que nos queríamos, aunque al menos yo, lo hacía con locura.

Nunca pensé que sería capaz de enamorarme de otra persona, pero él me ha demostrado que si que es posible. Y en estos momentos en los que ambos corremos peligro y con todo el asunto de los rumores, he querido decírselo más de una vez. No pasa nada si él no está enamorado de mí, pero al menos me gustaría decírselo.

Según Ariana, Alessandro y yo parecemos más amigos que un matrimonio, y al hablar con mis madres sobre este tema, me dijeron que a nuestra relación le faltaba cariño. ¿Que nos falta cariño? Si principalmente nos casamos por conveniencia, ¿cómo no va a faltar cariño? Además, ni siquiera pudimos disfrutar de nuestra luna de miel, ni de estar tiempo juntos fuera del trabajo.

Lo único que sé y que me importa es que cuando veo a mi marido siento mariposas en el estómago, y que lo que más me gusta de llegar a casa es saber que él va a estar ahí, o que llegará pronto. Se me acelera el corazón cuando se acerca a mí y mis nervios son aún mayores cuando me besa, aunque yo eso lo disimule muy bien.

Así que aquí estoy, un viernes noche esperando por el italiano en casa. Le había pedido que llegara unas horas antes porque le tenía una sorpresa (una cena increíble con velas y todo), pero él no llegaba.

Suspiré. Quizás se había olvidado.

Pero él nunca se olvidaba de esas cosas.

Daddy

Dónde estás?
20:32

Está todo bien?
20:50

Sin respuesta. Ni siquiera lo había leído.

Antes de que pudiera seguir haciéndome paranoias en mi cabeza, el sonido de las llaves en la puerta principal se hizo presente y entraron Alessandro y Hugo. El español sostenía al italiano y por un momento, pensé que estaba borracho. Ojalá hubiera sido así.

- ¿Qué ha pasado? - Pregunté.

- ¡Bombón! - Se sorprendió Hugo. - Bueno, es que...

- Me duele un poco la cabeza, estoy mareado. - Mintió mi marido. - Hugo me estaba ayudando.

- Sipi. - Sonrió él.

Me crucé de brazos y fruncí el ceño.

- ¿Ah, sí?

- Sí.

- ¿Y qué tienes en el abdomen?

Vi las intenciones de mi marido por mirárselo, sin embargo, sólo lo cubrió con sus manos sin quitarme la mirada de encima.

- Nada. ¿Qué voy a tener?

- Alessandro. - gruñí. - Quítate las putas manos de ahí ahora mismo.

- No tengo nada...

- ¡Hazme caso!

Él supo que había perdido cuando se dejó caer en el sillón hacia atrás y descubrió su abdomen. Se veía cansado y dolorido.

L'affareWhere stories live. Discover now