Capítulo 10: La Boda

7.9K 514 22
                                    

Amélie

- Tu padre estaría orgulloso de ti. - Aseguró mi madre mirándome con lágrimas en los ojos, antes de entrar en la iglesia.

Le sonreí y pensé en qué hubiera ocurrido si él aún estuviera vivo. Probablemente mi madre no hubiera encontrado un amor tan verdadero como el de Ariana, y yo no tendría unos hermanastros tan geniales como Malcom y Lily. Aún así, no podía evitar pensar en mi padre y en lo mucho que lo echaba de menos. Miré el anillo que llevaba puesto, que había pertenecido a él; me lo quité y se lo enseñé a mi madre.

- Suive soi-même. - Leí la inscripción del anillo.

- Síguete a ti mismo. - Dijo Cédric.

- Antes no lo entendía. - Confesé.

- Normal. Él siempre fue tan misterioso. Cuando eras más pequeña, no sé si te acordarás, Piérre te escondía los regalos de Navidad para que los buscaras por casa y te daba pistas para que lograras encontrarlos.

Asentí, sonreí y miré hacia las puertas de la iglesia, nerviosa.

- ¿Creéis que habrán muchos cambios a partir de ahora?

- Sí, lo creo. Pero eso no es algo malo, cielo. - Respondió Emma agarrando mi brazo.

- Es un cambio del estilo: con Alessandro podrás irte a las Bahamas y tomarte una piña colada. - Bromeó mi hermano, que ya sabía mi obsesión por el viaje.

Sonreí y nos quedamos en silencio unos minutos, hasta que llegó el momento en el que debíamos entrar.

Al hacerlo, todos los invitados se levantaron. Miré consternada a mi madre, quien intentó tranquilizarme mediante miradas. Suspiré y miré al frente.

Vi a Alessandro inmediatamente. El italiano sonreía, y cerca suyo estaban Hugo y tres chicos más que no conocí. Al otro lado del altar, se encontraban Lily, Ariana y Malcom.

Recordé por unos segundos que aún no había visto a Courtney ni a sus familiares y me pregunté si habría venido mientras caminaba hacia el altar con la mirada bien alta y mirando hacia Alessandro.

Al llegar, todos los invitados volvieron a sentarse. Mi prometido y yo estuvimos atentos durante el discurso y dimos unos votos bastante cortos y comunes, pero añadiendo algunas cosas que hicieran parecerlos reales. El cura daba una charla de la que desconecté completamente y pude notar que mi casi marido también. Sonreí al darme cuenta y él me miró de la misma manera cuando supo que lo había pillado.

El cura nos dijo algo cuando estábamos demasiado embelesades mirándonos.

- Sí, si quiero. - Dijo Alessandro.

Esta vez el padre me hizo a mí la pregunta.

- Si quiero. - Respondí.

Nos dio permiso para besarnos y lo hicimos, aunque un poco incómodos por sentir todas las miradas sobre nosotros. Las personas en aquella sala se levantaron y comenzaron a aplaudir. Yo agarré de la mano a mi marido y miré nuestros dedos entrelazados, en los cuales estaban nuestros anillos.



- Ya no quiero bailar más. - Le dije a Alessandro cuando por fin pude sentarme a su lado.

- Ya queda poco, gatita. - Respondió dejando un beso en mi frente.

- Quiero llegar a casa ya y acostarme a dormir. - Confesé abrazándome a su brazo y recostando mi cabeza en él como si fuera una almohada.

- Yo también, amore mio. - Suspiró. - ¿Quieres comer algo?

- No gracias, siento que voy a vomitar en cualquier momento.

L'affareWhere stories live. Discover now