Amélie
- Tu padre estaría orgulloso de ti. - Aseguró mi madre mirándome con lágrimas en los ojos, antes de entrar en la iglesia.
Le sonreí y pensé en qué hubiera ocurrido si él aún estuviera vivo. Probablemente mi madre no hubiera encontrado un amor tan verdadero como el de Ariana, y yo no tendría unos hermanastros tan geniales como Malcom y Lily. Aún así, no podía evitar pensar en mi padre y en lo mucho que lo echaba de menos. Miré el anillo que llevaba puesto, que había pertenecido a él; me lo quité y se lo enseñé a mi madre.
- Suive soi-même. - Leí la inscripción del anillo.
- Síguete a ti mismo. - Dijo Cédric.
- Antes no lo entendía. - Confesé.
- Normal. Él siempre fue tan misterioso. Cuando eras más pequeña, no sé si te acordarás, Piérre te escondía los regalos de Navidad para que los buscaras por casa y te daba pistas para que lograras encontrarlos.
Asentí, sonreí y miré hacia las puertas de la iglesia, nerviosa.
- ¿Creéis que habrán muchos cambios a partir de ahora?
- Sí, lo creo. Pero eso no es algo malo, cielo. - Respondió Emma agarrando mi brazo.
- Es un cambio del estilo: con Alessandro podrás irte a las Bahamas y tomarte una piña colada. - Bromeó mi hermano, que ya sabía mi obsesión por el viaje.
Sonreí y nos quedamos en silencio unos minutos, hasta que llegó el momento en el que debíamos entrar.
Al hacerlo, todos los invitados se levantaron. Miré consternada a mi madre, quien intentó tranquilizarme mediante miradas. Suspiré y miré al frente.
Vi a Alessandro inmediatamente. El italiano sonreía, y cerca suyo estaban Hugo y tres chicos más que no conocí. Al otro lado del altar, se encontraban Lily, Ariana y Malcom.
Recordé por unos segundos que aún no había visto a Courtney ni a sus familiares y me pregunté si habría venido mientras caminaba hacia el altar con la mirada bien alta y mirando hacia Alessandro.
Al llegar, todos los invitados volvieron a sentarse. Mi prometido y yo estuvimos atentos durante el discurso y dimos unos votos bastante cortos y comunes, pero añadiendo algunas cosas que hicieran parecerlos reales. El cura daba una charla de la que desconecté completamente y pude notar que mi casi marido también. Sonreí al darme cuenta y él me miró de la misma manera cuando supo que lo había pillado.
El cura nos dijo algo cuando estábamos demasiado embelesades mirándonos.
- Sí, si quiero. - Dijo Alessandro.
Esta vez el padre me hizo a mí la pregunta.
- Si quiero. - Respondí.
Nos dio permiso para besarnos y lo hicimos, aunque un poco incómodos por sentir todas las miradas sobre nosotros. Las personas en aquella sala se levantaron y comenzaron a aplaudir. Yo agarré de la mano a mi marido y miré nuestros dedos entrelazados, en los cuales estaban nuestros anillos.
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•- Ya no quiero bailar más. - Le dije a Alessandro cuando por fin pude sentarme a su lado.
- Ya queda poco, gatita. - Respondió dejando un beso en mi frente.
- Quiero llegar a casa ya y acostarme a dormir. - Confesé abrazándome a su brazo y recostando mi cabeza en él como si fuera una almohada.
- Yo también, amore mio. - Suspiró. - ¿Quieres comer algo?
- No gracias, siento que voy a vomitar en cualquier momento.
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L'affare
Romance- Entonces, vita mia, ¿tenemos un trato? • • • En la mafia no siempre es posible escoger, y cuando es posible, todas las opciones parecen ser igual de malas. Alessandro y Amélie nunca pensaron en casarse, pero ahora que les conviene, tienen un trat...