Capítulo 24: El principio del fin

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Amélie

- ¿Qué cojones está pasando aquí? - Pregunté al entrar en su despacho.

Dos semanas después, trabajando duro todos y cada uno de los días, aquí estaba.

Regañando a mi marido por tomar decisiones sin consultarme. Aunque esta vez, fue la peor de todas.

- Amélie, te juro que...

- Explícame qué está pasando ahora mismo.

Mi marido suspiró, sabiendo que la había cagado bien.

- Es justo lo que piensas, lo siento.

- No puedes hacerlo sin mi consentimiento.

- Le he dado el mío. - Me respondió mi madre.

La miré como si tuviera monos en la cara.

- ¿¡Te has vuelto loca!? - Chillé. - ¿Sabes lo peligroso que es?

- No podemos esperar más, he intentado retrasarlo por ti. - Confesó Alessandro. - Pero esta mañana ha llegado uno de los nuestros con dos disparos en ambas rodillas.

- Joder... - Paseé por la habitación sintiéndome cada vez más estresada. - Deberíais habérmelo dicho. Al menos me hubiera gustado saberlo por vosotros. Voy a cambiarme.

- ¿Qué?

- Ya que vosotros os habéis tomado la justicia por vuestra mano, yo haré lo mismo.

- Se supone que no puedes estar presencialmente en la lucha. - Me dijo mi madre. - Eres un cargo demasiado alto.

- Me importa una mierda.

Salí del despacho furiosa con todos ellos y me dirigí al mío, donde tenía un traje negro de espía normal y corriente. En mi camino hasta aquí, pude ver a todos con el mismo traje y armándose.

Al terminar de ponerme el traje, busqué las armas en mi armario personal, para situaciones complicadas como ésta y comencé a cargarlas.

- ¿En serio vas a ir? - Preguntó Alessandro entrando.

- ¿Tú qué crees?

Nos quedamos en silencio durante unos segundos.

- Si no te he dicho nada es porque yo también acabo de enterarme.

- Lo sabías desde hace más de una semana.

- No tuve ocasión de decírtelo.

- Porque me evitabas para no tener que hacerlo y así tener esa mierda de excusa. - Lo miré. - Te dije muchas veces que estábamos trabajando juntos, que tu deber era consultarme. Y en lugar de eso, ¿convenciste a mi madre? - Reí sin gracia. - Eso es rastrero hasta para ti.

- ¿Qué quieres decir?

- Nada. Y deja de tratarme como si tuviera diez años, porque si lo que querías era no ponerme en peligro, lo haré el doble.

- Escúchame. No he convencido a tu madre para nada, ella me dio la idea. Me dijo que no podíamos seguir esperando y me informó de lo de los disparos.

- Muy bien. Me da igual. - Contesté caminando hacia afuera.

- Amélie, por favor no vayas...

- Alessandro. - Me giré hacia él. - Así dejarás de pensar que soy débil.

- No pienso que lo seas, pero no quiero que te expongas, eso es todo.

- Estoy harta de esa excusa, no haces más que poner excusas.

L'affareHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin