Epílogo

9K 441 51
                                    

Alessandro

Probablemente nunca en mi vida había estado tan nervioso.

Habían pasado casi siete meses desde el funeral de Nikolai, lo que significaba que mañana era mi aniversario de bodas con Amélie. Ella y yo estábamos en el mejor momento de nuestra relación, aunque teníamos nuestros más y nuestros menos, los últimos no duraban más que unos minutos.

Éramos sinceros el uno con el otro en todo momento y nos apoyábamos mutuamente. Por eso, después de tanto reflexionarlo había decidido pedirle matrimonio a mi esposa.

Un poco extraño, ¿no? Ya es mi esposa.

Pero olvidemos eso.

Nuestra relación comenzó siendo un acuerdo entre nuestras familias para que ni la pelirroja ni mi hermana fueran heridas por Nikolai, y ahora míranos: voy a pedirle matrimonio.

El problema es que Amélie estaba comenzando a notar mis nervios, ya que me había pillado despistado mientras me hablaba y yo sólo pensaba en que todo mi plan saliera bien. Ahora mismo, estábamos en la misma situación.

La francesa me hablaba sobre algo que mi ansiedad no me dejaba escuchar en ese momento. Ella estaba sentada en la encimera de la cocina con un vaso de agua del que bebía de vez en cuando.

- ¿Verdad? - Preguntó sonriendo.

No me había enterado de nada, pero como me lo había preguntado con una sonrisa, asentí.

- Verdad.

Su sonrisa se esfumó.

- ¡Alessandro, es la cuarta vez en la mañana que me ignoras! ¡Al menos no seas tan descarado! - Exclamó levantándose.

- No te estaba ignorando...

- Me has afirmado que Footlose es la peor película de la historia.

- Es que es la pe...

- ¡No te atrevas a decir eso! - Vio que me dejaba caer en una silla delante de ella y se acercó a mí. - ¿Qué ocurre?

La miré y me perdí durante unos segundos en sus ojos azules.

- No es nada.

- Alessandro...

- En unas horas te lo contaré. - Prometí. La atraje hasta mí y  la senté sobre mi regazo.

- ¿Horas? - Preguntó rodeando mi cuello con sus brazos.

- Así es. - Asentí.

- ¿Es algo malo?

- No, nena. - Le sonreí. - Haz tus maletas.

- ¿Qué?

- Nos vamos de luna de miel.

- ¡Alessandro! - Rió. - No podemos...

- Claro que podemos. Déjalo, yo te las hago, así no sabrás a dónde vamos.



Amélie

Alessandro me preocupa.

Es muy reservado con algunas cosas, y aunque conmigo nunca lo ha sido siento que me está ocultando algo.

Después de pasar cuatro horas en su jet, al fin llegamos a nuestro destino, y no podía creerme que estuviéramos en Francia. Más concretamente, el lugar donde pasé gran parte de mi infancia:  Saint-Malo.

- ¿Cómo has sabido...? - Pregunté asombrada mirando hacia todos lados.

- Sólo preguntando. - Me sonrió. - ¿Damos un paseo?

L'affareWhere stories live. Discover now