Capítulo 16: Nikolai Ivanov

5.6K 416 13
                                    

Amélie

- Sí quiero. Te lo debo. - Respiré profundamente y continué. - Cuando mi padre murió hace algo más de cinco años, yo lo pasé mal, obviamente. Pero era una adolescente tonta así que no supe muy bien cómo actuar en aquel momento... El caso es que mi conducta empeoró mucho y yo comencé a salir por las noches con chicos y chicas que tampoco eran la mejor influencia. Ahí fue donde conocí a Bass, aunque hasta ayer yo no sabía quién era aquel chico, porque antes no lo llamábamos así. Mi madre se preocupaba por mí y yo no hacía más que consumir drogas, acostarme con cualquiera que se me pusiera delante y alejarme de las personas que quería. Tenía un gran grupo de amigos entonces; algunos se alejaron porque no aguantaban mi estilo de vida y a los que intentaron ayudarme los intenté mantener alejados. El caso es que me quedé sin amigos "sanos" gracias a mis propias decisiones, por lo que el dolor se hizo aún mayor.
》Continué saliendo con estos nuevos "amigos" y fue cuando conocí a Nikolai Ivanov, al que ahora conocemos como Bass. Yo tenía quince años y él treinta y pocos. Quiso acercarse a mí asegurando que había sido muy buen amigo de mi padre y que era amigo de mi hermano. No me gustaba hablar con él porque siempre hablaba de mi padre, pero un día, en un momento de debilidad después de beber bastante alcohol y tomar alguna que otra droga fuerte, él comenzó a hablarme de él y yo no pude hacer nada para evitar que lo hiciera. Me comentó que había sido tan cercano a Pièrre que incluso le había encomendado la tarea de darme dos anillos de los altos cargos de Flamme, porque quería que yo me ocupara de la organización. Muy tonto por mi parte creerle, pero como ya te he dicho, iba demasiado drogada. Le exigí que me devolviera mis anillos y él me dijo que lo haría encantado, pero que para ello debía acompañarlo a "nuestra" casa. No me di cuenta de que había nombrado su casa como nuestra, ni de que me acababa de meter en la boca del lobo. Así que simplemente me metí en su coche y él condujo hasta su casa. Cuando llegamos le pregunté por los anillos, me dijo que estaban en su habitación. Cuando estuve allí, él... Me besó y me tocó. Le pedí que parara, él me repetía que si quería los anillos tendría que ser suya. Me obligó a hacer todo tipo de cosas sexuales, me violó una y otra y otra y otra vez. Rogaba porque se detuviera y le dije que no me diera los anillos, que no los quería. No me hizo caso. Cuando terminó conmigo se quedó dormido en su cama y yo aproveché para irme de allí.
》Llegué a casa sintiéndome más sola que nunca y reflexioné. Pensé que si no hubiera consumido drogas, si no hubiera empezado a salir con esas personas, yo no tendría que haber pasado por lo que acababa de pasar. Empecé a ir en serio en Flamme, hice amigos, recuperé mi estabilidad mental. Me costó dos años y muchos psicólogos, pero ya no pensaba en él todos los días, aunque las pesadillas han sido constantes desde ese día. No lo denuncié, no quise volver a verlo. Cuando hace unos meses me volví a acostar con él y con tu hermana, yo no tenía ni idea de quién era. Ni aún estando sobria hubiera sabido que se trataba de él. Había cambiado tanto... Cuando yo lo conocí, Nikolai era un hombre con el pelo largo, sin tatuajes y unos ojos verdes que gritaban que te destrozaría la vida. O así los recuerdo yo. Cuando vi a aquel hombre ni siquiera se me pasó por la cabeza pensar que era él; sus ojos negros, el pelo corto y sus brazos completamente tatuados hicieron que yo no lo reconociera. No sé cuál era su plan, no sé por qué se ha empeñado en joderme la vida de esta manera; lo que si sé es que lo consiguió hace mucho.
》 Unas semanas después de ese día, descubrimos que la mafia rusa, a la que Nikolai pertenecía, había jugado un papel importante en la muerte de mi padre. A partir de ahí, en mis pesadillas, le rogaba a Nikolai que me devolviera a mi padre, que él podía hacerlo porque él lo había matado. Yo le juraba y perjuraba que sería completamente suya si lo traía de vuelta. Sin embargo, me decía que era imposible, que estaba muerto y que ya no volvería. Después de eso me humillaba tal y como lo hizo aquella noche. Las pesadillas fueron así durante años hasta ayer.
Dejé de ver a Nikolai y vi a Bass, y por alguna razón no me sorprendió que fueran la misma persona. Ésta vez, tuve fuerzas para hacerle frente. No le rogué que me devolviera a mi padre y le dije que no le pertenecía, aunque en cierta forma, miento. Le pertenezco en mis pesadillas por más que yo no lo quiera.

Permanecí en silencio algunos segundos porque no quería soltar ninguna lágrima, sin embargo, una se escapó y rodó por mi mejilla. Alessandro me miraba y no supe descifrar su mirada en aquel momento.

- Estoy tan, pero tan cansada, Alessandro. No sé si quiero seguir con ésta investigación con vosotros. Quiero que os olvidéis, quiero hacerlo sola. - Él abrió la boca para hablar, pero le interrumpí. - No quiero que mi madre sepa lo que le voy a hacer a ese hijo de puta. Pero sé dónde está, así que voy a ir a buscarlo y voy a matarlo de la forma más dolorosa que se me ocurra. No voy a volver a pasar por un trauma como éste desde el principio nunca más. Tenías razón, es mejor ir sin ningún plan y cuando se dé el momento, ¿No? Pues es este.

Volví mi mirada al frente, pero Alessandro me agarró de la barbilla e hizo que lo mirara.

- Amélie...

Negó con la cabeza y me abrazó. No pude evitar llorar a pesar de que odiaba sentirme débil.

- Eres la persona más valiente y más fuerte que conozco. Sé que eres completamente capaz de hacer ésto tú sola, no me puedo ni imaginar el dolor que sientes; pero ésta vez no vas a estar sola. Te ayudaremos a acabar con él.

Se deshizo del abrazo pero puso sus manos en mi cara como si fuera a besarme.

- Ojalá pudiera cargar yo con tu dolor, Amélie. No me gusta lo que veo en tus ojos.

- ¿Y qué ves?

- Frío. Venganza.

- Define muy bien mis pensamientos.

- Entiendo que sientas eso. - Sonrió con tristeza. - Pero por favor, déjanos ayudarte. Esperemos a atar algunos cabos más y te juro que iremos a buscarlo.

Me besó y juntó nuestras frentes. Nos quedamos unos segundos en un silencio lleno.

- Recuerda que ahora además de tener a tu familia, me tienes a mí. Tienes un marido que está a tu lado pase lo que pase.

- Un marido por contrato. - Sonreí triste.

- Lo nuestro ya no es un simple trato, ángel. Lo sabes muy bien.

- Lo sé. - Jugué nerviosa con mis anillos, intentando prepararme para lo que iba a decirle. - No estoy segura de cómo ha cambiado todo ésto, pero se siente bien.

- Y tan bien. - Sonrió volviendo a besarme. - ¿No sabes en qué ha cambiado?

- No.

- Yo sí.

- ¿Y me lo vas a decir o...?

- Que te quiero.

Sonreí.

- Te quiero, Alessandro.

L'affareWhere stories live. Discover now