Alessandro
Amélie salió corriendo sin siquiera dejarme besarla. Suspiré, ya había comenzado la pelea y ella había venido a trabajar.
Mientras esperaba a Hugo, miraba a Amélie sentada al lado del hombre que supuse que sería Michael. Veían la pelea en silencio, hasta que el tal Michael se acercó mucho a ella para susurrarle algo. Mi mujer pareció confundida durante unos segundos, pero luego sonrió. Continuaron hablando y la pelirroja se reía. Poco después, Michael la imitó y reían como si estuvieran viendo una comedia.
No te pongas celoso. No te pongas celoso. No te pongas celoso.
Estoy celoso.
Decidí que esperaría a Hugo en el coche, ya que si seguía viendo esa imagen me pondría enfermo y no quería volver a tener una pelea con Amélie como la que tuvimos por Emmanuel. Y menos aún por unos celos completamente estúpidos.
En ese momento llegó mi amigo. Hugo no solía venir a pelear, pero había aprovechado para hacerlo hoy porque yo le había hablado sobre esta "misión".
- ¿Por qué no vamos a celebrar que he ganado y nos emborrachamos? - Preguntó moviendo sus cejas de arriba abajo.
Lo pensé unos segundos, había quedado en hacer la cena para Amélie. Aunque no sabía si ahora iría a cenar con Michael.
No. Céntrate. Es tu mujer.
- No puedo, voy a cenar con Amélie.
- Está bien... - Dijo rodando los ojos. - Pero el fin de semana que viene no te escapas.
- Iremos a donde tú quieras. - Accedí. - Pero no me voy a emborrachar.
- ¡Venga, no seas aburrido!
- Lo tomas o lo dejas.
- Nos vemos el sábado. - Dijo cuando aparqué mi coche delante de su casa y salió.
Esta vez conduje hasta la mía. Había dejado casi todo preparado por si no tenía mucho tiempo.
Al llegar, preparé todo lo que me faltaba por preparar e incluso tuve tiempo de servir la cena. Coloqué dos copas sobre la mesa y llené ambas con vino.
Justo al terminar, escuché cómo se abría la puerta principal, así que me dirigí al Hall con una de las copas en mi mano donde vi a mi mujer deshaciéndose de la coleta que llevaba puesta, dejando su pelo suelto.
- Hola, cariño. - Saludó.
- Mi amor. - Me acerqué a ella y la besé. Le di la copa de vino y sonrió.
- Gracias.
Ella comenzó a caminar hacia el comedor, al llegar parecía decepcionada.
- Lo he llevado todo afuera. - Expliqué.
- ¿A dónde?
- Ven. - La cogí de la mano e hice que me siguiera.
Caminamos hasta uno de los patios de la casa. Había puesto algunas velas y justo en el centro, la mesa y dos sillas. El ambiente era muy romántico, ya que además de la cena, también podíamos ver el mar muy cerca de nosotros.
- Oh, Alessandro... Esto es precioso...
- Tú eres preciosa. - Sonreí.
Nos sentamos frente a frente en las sillas y comenzamos a comer. Mientras lo hacíamos, mi esposa y yo hablábamos sobre cualquier tema que no tuviera que ver con el trabajo y reíamos juntos. En ese momento pensé que quizás, nuestra relación debería haber comenzado así, en lugar de tener peleas constantes y de discutir todos los días.
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L'affare
Romance- Entonces, vita mia, ¿tenemos un trato? • • • En la mafia no siempre es posible escoger, y cuando es posible, todas las opciones parecen ser igual de malas. Alessandro y Amélie nunca pensaron en casarse, pero ahora que les conviene, tienen un trat...