31

890 71 6
                                    

ETHAM
-31-

Subimos por las escaleras detrás de la decana. Agatha a mi lado camina con la cabeza agacha mientras que delante nuestra van los dos gilipollas.

Sonrío al ver como el idiota que hizo el comentario sobre Agatha se limpia cada dos por tres la nariz ensangrentada que le ha provocado el puñetazo.

Seguimos a la decana por los pasillos de la facultad hasta acabar en ala donde se encuentran todos los despachos de los profesores. Nos encontramos con alguno que nos da clase y que nos observa con sorpresa y la pregunta reflejada en sus miradas.

La mayoría posan los ojos en el chico de la nariz sangrienta para luego dirigirlas a mí, supongo que con el pensamiento de que he sido yo quien ha provocado eso cuando no puede estar más lejos de la realidad.

Al llegar a la secretaría, la decana desaparece al cerrar la puerta acristalada detrás de ella, dejándonos a los cuatro juntos en una misma habitación.

Los dos idiotas se sientan juntos delante de nosotros mientras yo me dejo caer al lado de Agatha, despreocupadamente.

El «Musculito» y su amigo no dejan de provocarla mientras que ella tiene su atención en otro lado. Me percato de que le tiembla el labio y no deja de mordérselo como si así pudiera detener el temblor.

Me fijo en que cierra los ojos con fuerza y suspira. Acorto la distancia entre los dos y apoyo una mano en su rodilla consiguiendo que centre sus ojos canela en mí.

—¿Estás bien? —pregunto en un susurro.

Agatha se limita a asentir con la cabeza.

Se queda un par de segundos pensativa con el rostro en blanco hasta que veo como frunce el ceño y alejo mi mano de su rodilla porque eso no puede significar nada bueno.

«Y no lo hace, te lo aseguro»

—No, en realidad no estoy bien. ¿Por qué te has peleado?

—Eh... ¿para defenderte?

—¿Defenderme? —cuestiona con molestia. Se cruza de brazos antes de continuar—. No necesito que nadie me defienda.

—Vale pues no lo necesitas, pero quería hacerlo —respondo, molesto también.

—Pues la próxima vez intenta hacerlo fuera del campus para que no nos pillen.

—¿Así que quieres que te defienda una próxima vez? —pregunto, enarcando ambas cejas.

Agatha me mira con la molestia reflejada en su mirada. Abre la boca para decir algo, pero el ruido que hace la puerta al ser abierta la interrumpe y se limita a bufar algo incomprensible por lo bajo.

La decana está delante de nosotros con los brazos cruzados sobre su pecho y observándonos por encima de las gafas de botella que se deslizan por el puente de su nariz.

—Explíquenme qué ha sucedido de nuevo —exige con voz autoritaria.

Todos intercambiamos una mirada.

Sé que ninguno de los dos idiotas puede echarme la culpa del golpe porque ha habido más testigos, pero tampoco van a tener la valentía suficiente para mancillar sus reputaciones de «gallito de corral» admitiendo que una chica dos cabezas más pequeña que ellos ha sido la culpable de la nariz rota.

Nadie es capaz de responderle.

La decana pasea su mirada inquisitiva por cada uno de nosotros, pero el silencio en el que se ha sumido la estancia no es interrumpido por ninguno sino por la propia decana.

—Como nadie se atreve a hablar, tendrán los cuatro la misma sanción: expulsión por revuelta pública.

Todos asentimos en respuesta y nos hace un gesto para que salgamos del lugar.

Los idiotas no tardan en marcharse tras dar un sonoro portazo. Yo, por otro lado, espero a Agatha que sigue cabizbaja por la pelea.

—Bueno, ahora que estaremos expulsados tendrás la agenda más libre, ¿no? —intento bromear.

Agatha deja de mirar al suelo y clavando la mirada en mí. Veo un atisbo de sonrisa en su rostro, aunque tan rápido como aparece desaparece.

—¿Qué quieres, Sander?

—¿Yo? Nada. Deleitarme de tu compañía.

Niega con la cabeza, divertida. Intenta disimular la sonrisa que le ha provocado mi comentario.

No obstante, su rostro se vuelve serio por completo cuando se encuentran con una mirada castaña igual que la suya observándola. Un par de pasos por delante nuestra hay un hombre vestido con una bata de médico, a los pies de las escaleras.

No necesito presentaciones para confirmar las sospechar de que se debe tratar de su padre.

—Te aviso.

—Aquí estaré esperando.

Veo como me enseña el dedo corazón, con disimulación para que su padre no se dé cuenta del gesto.

Ni siquiera me percato de que alguien acercándose a mí hasta que no noto una mano encima de mi hombro. Recorro todo su cuerpo hasta toparme con la mirada azulada de Philip. A mi lado derecho me percato de la mata pelirroja de Derek. Este me da un apretón antes sonreír, divertido.

—¿Hemos perdido a un soldado?

—Soldado caído, sin duda alguna —bromea Philip, con su acento marcado.

Ambos se burlan de mí sin disimulación. Gruño en respuesta y aparto la mano de Derek del hombro.

—Si la cagas con ella te vas a arrepentir mucho —habla Derek, de nuevo.

—No lo haré.

Es una promesa para mí mismo hacia ella.

Aunque no pueda escucharla.

No voy a perderla, no ahora que sé lo que siente al tenerla a mi lado.

N/A: Ya era hora de que actualizara esto.

Prometo que intentaré ser más regular, que entre otros exámenes y las actualizaciones he dejado a mis Opuestos un pelin abandonados, y a mis opuestas también 🥺

➡️ Sección teorías:

➡️ Sección fangirleo:

Nos vemos la próxima semana ❤️

Opuestos PositivosWhere stories live. Discover now