13

1.9K 187 37
                                    

AGATHA

-13-

Había pasado más de una semana y media desde lo de las carreras, y había estado evitando, de todas las maneras posible, cualquier acercamiento con Etham. Si sé que está en los pasillos no le dirijo ninguna mirada, a no ser que sea a escondidas cuando él no puede darse cuenta. En las clases que nos tocan juntos, he intentado imponer la mayor distancia posible y aunque que no quiero que se note que mi cambio de asiento es por él, Serena se ha percatado al instante.

—¿Qué ha pasado entre tú y el baja bragas Sander? —pregunta divertida, susurrando para que el cascarrabias del profesor de Anatomía I, no se moleste con nosotras.

—Nada.

He perdido la cuenta de las veces que me ha preguntado la chica peliverde sobre ello y las veces que la había respondido de la misma manera.

Ella niega con la cabeza, con una sonrisa divertida apareciendo en su rostro mientras centra de nuevo su mirada en la pizarra. La clase vuelve a tonarse silenciosa. Solo se puede escuchar el tecleo en los ordenadores, el roce de los bolígrafos contra las hojas y algún suave susurro de vez en cuando. Serena no desiste con su interrogatorio.

—Tu dirás que no ha pasado nada, pero Sander no te quita los ojos de encima —dice, interrumpiendo el hilo de mis pensamientos, provocando que dibuje una línea irregular en mi libreta por el nerviosismo—, y no soy la única que se ha dado cuenta —termina por decir, volviendo a sonreír.

De manera automática, aunque intentando ser disimulada busco con la mirada al chico de melena dorada y ojos amarillentos. Su mirada miel está anclada en mí, con un descaro envidiable y se la mantengo, no sé si por orgullo o por rabia de que no sea capaz de dejarme en paz, a pesar de eso, soy capaz de notar el calor en mis mejillas. Agradezco internamente tener la piel oscura porque no se nota tanto cuando me sonrojo.

Al cabo de un par de segundos acabo apartando mi mirada de la suya, aunque la sensación de tener un par de ojos clavados sobre mí nunca no desaparece. Comienzo a tamborilear el bolígrafo contra la mesa por los nervios de saber que él está atengo a cualquier movimiento que yo haga. Quiero mirarlo de vuelta, pero a la misma vez no quiero hacerlo. He conseguido estar una semana sin mirarle, sin hablarle... nada. Ha sido pasmosamente tranquila y el único que me la ha revolucionado un poco ha sido mi mejor amigo, aunque es algo bastante habitual en él.

Termino de escribir lo que sea que ha estado dictando el profesor antes de cerrar la libreta. Giro ligeramente la cabeza hacia la izquierda, encontrándome con una amplia sonrisa pintada en el rostro de mi amiga peliverde. Entrecierro los ojos en su dirección, mirándole de malas formas para que se dé por aludida, pero ni siquiera se inmuta. Serena enarca una ceja azabache al darse cuenta de mi escrutinio y yo acabo poniendo los ojos en blanco en respuesta.

—Ha pasado algo —afirma con toda la seguridad del mundo.

Comienzo a negar con la cabeza repetidamente.

—Amiga, yo te guardo el secreto, pero dile al baja bragas que tiene que empezar a disimular mejor.

Suelto un bufido ante su comentario, logrando que Serena suelte una suave carcajada ante mi reacción.

Vuelvo a buscar a Etham, aunque intento que no se note demasiado. Ahí está él, con su porte y actitud habitual. Su cuerpo esta levemente girado en mi dirección y sus ojos están fijos en la zona de la clase en la que me encuentro. Una sonrisa nerviosa comienza a hacerse camino en mi rostro, aunque no tardo en detenerla, volviendo mi seriedad natural. Él no tarda en localizarme de nuevo, me guiña un ojo divertido y siento como un calor extraño comienza a recorrerme de pies a cabeza, en contra de todo pronóstico. Aparto la mirada, posándola en los apuntes de mi libreta. Entonces es cuando lo escucho.

Opuestos PositivosWhere stories live. Discover now