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Capítulo dedicado a esteelaa02 me flipa que te flipe jeje 😏🔥

AGATHA

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Camino por los pasillos de la universidad, arrastrando los pies y entrecerrando los ojos todo el tiempo por la intensidad del sol. Siento como la cabeza me va a explotar y lo cerca que estoy de dejarme sucumbir al sueño y adentrarme en los brazos de Morfeo.

Fijo mi mirada en una de las ventanas que da a la terraza del exterior y observo mi aspecto gracias al reflejo de esta.

Si puede ser posible, mi pelo está más revuelto que de costumbre, estoy encorvada y se puede diferenciar —o yo soy capaz de hacerlo — unas sombras oscuras debajo de mis ojos canela. Me recoloco la capucha negra encima de mi cabeza e intento evitar los rayos solares a toda costa.

Camino hasta llegar a la clase de Anatomía I, cuando mi móvil vibra y me paro a mirar el mensaje.

SELENA:

Tía, ¿estás bien? No te he visto en la cafetería.

Leo el mensaje y bloqueo el móvil directamente.

Últimamente, cada vez que me vibra el teléfono me tenso y no dudo ni un segundo en revisar que ha sido lo que me ha llegado. Solo han pasado dos días desde mi —amigable— reunión con Zuri y he estado distante y tensa con todo el mundo, pero no soy capaz de cambiarlo. Tengo la sensación de que incluso en la universidad hay alguien con un ojo encima de mí y no resulta una sensación demasiado agradable.

Intento quitarme dicha idea de la cabeza.

Estoy a punto de adentrarme en la clase cuando noto movimiento a mi derecha. No tardo en cerrar las manos en puños, preparada para golpear a alguien, aunque las abro de inmediato cuando poso mis ojos en su cabellera anaranjada y rostro pecoso.

— ¡Ey, Ag! —saluda Derek, sonriéndome de vuelta.

Le devuelvo la sonrisa, aunque creo que me ha salido una mueca un tanto rara.

—Hola, Derek —digo, tosiendo al final.

—¿Puedo pasar? —me pregunta divertido, señalándome la puerta.

Asiento y me aparto del marco avergonzada.

Estoy hoy para tener un examen.

Ese pensamiento me sienta como un balde de agua fría y maldigo internamente por mi despiste.

—¡Joder! —susurro por lo bajo.

Paseo mi mirada por el pasillo y este se encuentra casi vacío salvo por los alumnos que no asisten a clase o que no tienen a esa hora.

¿Y ahora que cojones hago?

Lo pienso por un momento. Podría pedirle a Carlos que falsificase un justificante médico o a mi padre que es a lo que se dedica, aunque el primero lo haría sin preguntarme el por qué y el segundo me regañaría por ello.

Me separo de la puerta y comienzo a andar en dirección al exterior, perdiendo la hora de dicha asignatura. Saco el teléfono y marco el número de Carlos. Espero pacientemente los tres bips que hace el teléfono, pero no me contesta la llamada y salta como llamada perdida.

—¡Mierda! —maldigo.

Vuelvo a intentar llamar a Carlos con la esperanza a que esta vez sí me conteste. Estoy tan centrada en escuchar si ya han sonado los tres bips o no, que tengo la guardia baja cuando alguien me agarra del brazo con fuerza y me arrastra hacia uno de los pasillos del fondo.

Opuestos PositivosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora