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AGATHA

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Arrogante. Idiota. Capullo. Egocéntrico. Ególatra. Gilipollas. Media neurona. Pretencioso. Prepotente.

Demasiados adjetivos, pero aun así todavía ni me he acercado a una definición correcta sobre él. No sé en qué momento me pareció buena idea. Pero me arrepiento. Lo único bueno que he sacado de tener que estar al lado de aquel individuo durante estos días, —que estaba todo el tiempo siendo babeado por las chicas de clase— ha sido conocer a Serena.

Ella y yo estamos andando por uno de los tantos pasillos de la universidad, mientras nos seguimos riendo por la ocurrencia que tuvo antes en clase.

— El baja bragas Sander. Infalible. Disponible para toda chica que se preste —comienza a decir Serena imitando la voz de un comerciante de teletienda. No puedo aguantar la risa por mucho tiempo cerca de ella.

—No hagas más eso en clase, que me cuesta mucho concentrarme —le pido, intentando calmar la risa que no deja de escaparse de mis labios.

Serena me ofrece una sonrisa ladeada mientras se recoge su pelo verde en una alta coleta. El color de pelo es de un tono turquesa que conjunta a la perfección con el color de iris que tiene.

—Acostúmbrate si vas a seguir sentándote conmigo, y él va a estar a tu lado — advierte divertida.

Señala con la cabeza al chico que me ha incordiado toda la hora que ha durado la clase. Ahora se encuentra montándose en su Mercedes 4x4, con su cotidiana actitud altiva. Ugh. La gente de esa clase siempre tiene la misma actitud. Como si fuesen los reyes de algo. A veces —la mayoría—, son mucho más mierdas que los simples mortales como yo. Espero que con lo poco simpática que había sido con él no quisiese sentarse más conmigo.

—¿Vas a ir a su fiesta? —pregunta Serena.

Aparto la vista de su coche. La miro confundida por su pregunta.

«¿Eh? ¿fiesta?» 

—Etham ha organizado una fiesta, ¿vas a ir? —aclara, aunque yo sigo igual de perdida que antes.

«Si no me ha invitado, ¿cómo iba a ir?»

—No estoy invitada —contesto.

Ella me mira sorprendida. Luego, rompe a reír. Al ver que yo sigo igual de pasmada que antes es cuando cae en la cuenta de que estaba hablando en serio. Deja de reírse y se acerca a mí.

—Tengo muchas que enseñarte, Agatha.

Rodea mi brazo con el suyo, volviendo a andar en dirección a la cafetería. Observo a Serena por el rabillo del ojo. Ni se molesta en disimular que la situación le divierte. Aunque tiene los ojos entrecerrados y el ceño fruncido. Si dijese que no temo lo que está tramando, estaría mintiendo.

* * *

Es viernes por la noche. Me encuentro, una vez más, en una situación de nerviosismo extrema. Sé que Jairo está a punto de llegar. Sin embargo, todavía no tengo todas conmigo para asistir a la fiesta de aquel engreído. Además, no tiene mucho sentido. Si lo soporto poco, por no decir nada, ¿para que ir?

No obstante, aquí me encuentro buscando que ponerme.

Escucho el timbre de casa. Salgo del cuarto con una calma pasmosa.

«Si no le abro, no podré ir a la fiesta. Una pena la verdad»

Pero mi mejor amigo es persistente y vuelve a tocar el dichoso timbre. Pero es Joan, mi hermano pequeño quién se encarga de abrirle. Al llegar a la entrada, me encuentro con Joan esperando expectante en el marco de la puerta. Sus ojos miel se posan en mí con un brillo de diversión en ellos.

Opuestos PositivosWhere stories live. Discover now