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ETHAM

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Es miércoles.

Muy a pesar debo asistir a la universidad. O si no, hacerle frente a mi padre y mi madrastra. Así que opto por la primera opción y dejarme de problemas y dramas. Llevo unas gafas de sol para que me protejan del dolor de cabeza que sigue siendo palpitante al igual el adormecimiento de todo mi cuerpo. Solo quiero poder descansar. Después de que Ag entrase en mi cuarto y se marchase de aquella forma no salí del cuarto. No importó nada en ese momento. Preferí ahogar mi frustración en alcohol y marihuana, en solitario. Sin embargo, no he sido capaz de borrar aquella mirada color chocolate de mi cabeza.

Sigo andando hacia la cafetería para reunirme con Philip. Él está al tanto de todo lo que sucedió en el cuarto, ayer por la noche. También de lo que pasó en la cafetería y no le he dejado de insistir que hay que averiguar algo sobre ella. Él no ha dejado de negarse, todavía lo hace.

Estoy sentando al lado del ruso malhumorado mientras teclea con fiereza y rapidez sin dirigirme la mirada. Yo bebo con tranquilidad mi bebida energética. Intento aclarar las múltiples ideas que se han ido acumulado en mi cabeza. Entonces la veo a ella. Ag entra a la cafetería, acompañada de Serena. La chica de aquel pelo tan peculiar. Andan con energía y se ríen de algo que no soy capaz de entender desde mi lejanía.

Esta vez esta vestida con unos leggins oscuros, unas zapatillas del mismo color que los leggins y una sudadera de varias tallas más grande que la que lleva en realidad. Las dos se piden un café y se marchan en dirección a un par de mesas más alejadas que nosotros. Las sigo con la mirada hasta que alguien se percata de ello. Ag mira por encima de su hombro y sus ojos castaños se encuentran con los míos. Me mantiene la mirada con el enojo reflejada en ella. No deja de observarme hasta que Serena la llama. Tiene que desviarla para centrar la atención en su amiga.

Una sonrisa triunfante se pinta en mi rostro. O lo hacía hasta que me percato de que «disimuladamente» me está enseñando el dedo corazón. Una floja carcajada, pero profunda brota de mis labios. Ella frunce el ceño en contestación. En vez de sentarse en las mesas interiores, se marchan a la terraza.

Ag puede resultar ser muy entretenida por su poca capacidad de retener sus impulsos. Su actitud es tan cambiante como su humor. Aquello me resulta... refrescante. La noche pasada ni siquiera me besó una vez. Pero sí que utilizó las mismas cartas que usaba yo.

Vuelco mi mirada en el hacker que tengo al lado. Está enfrascado en la pantalla del ordenador. Lleva una gorra que hace sombra sobre su cara, oscureciendo y marcando aún más su hostil rostro. Noto como aprieta la mandíbula. Teclea con más agresividad que antes. Espero unos segundos hasta que noto como su posición es menos tensa para pedirle el favor que llevo pensando desde la noche pasada.

—¿Philip?

Él me mira impaciente. Aunque vuelva a centrar la mirada en el ordenador y comienza a teclear de nuevo.

—Necesito averiguar algo sobre una chica —digo.

Todavía sigo sopesando una explicación lógica frente a la curiosidad que me embarga cada vez que veo aquella chica de mirada castaña y tez oscura.

—Etham, ya lo hablamos la otra vez. No te voy a ayudar a ligarte a otra chica «difícil» para que luego la dejes tirada, macho —se queja.

No obstante, no es capaz de disimular la sonrisa de boca cerrada que se forma en su rostro. Suspiro resignado. No pienso rendirme ahora.

—Es diferente. No sé nada de esta chica y tengo la corazonada de que oculta algo.

Intento persuadirlo. Él aparta los ojos de la pantalla y la posa en mí, ofreciéndome una mirada incrédula. Se entiende a la perfección como: «¿En serio, quieres que me lo crea?».

Opuestos PositivosWhere stories live. Discover now