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AGATHA
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Jairo me cuenta qué tal ha pasado el fin de semana.

Estamos a punto de entrar en el mes final del trimestre antes de las navidades y eso significa que estaremos hasta arriba de exámenes.

Sin embargo, a pesar de que no hemos vuelto a sacar el tema, yo no he dejado de darle vuelta al hecho de que la hermana pequeña de mi mejor amigo le gusta o está saliendo con una persona cuyo padre está metido en más mierda de lo que yo llegaré a estar metida jamás.

A pesar de que quiero comentar algo sobre dicho tema, no me atrevo.

Porque, ¿cómo voy a saber yo sobre eso?

La imagen que tiene Jairo sobre mí es de la época después de Marine. Esos dos años dónde únicamente me centré en estudiar para sacar notas altas y poder marcharme del lugar.

Y, a sorpresa de muchos, lo conseguí.

"¿Y para qué?", me pregunto a mí misma.

Para volverme a ver envuelta en todo el mundillo que parece que se ha vuelto aún más peligroso con los años.

El silencio nos acompaña durante todo el trayecto hasta llegar a la playa.

Bajamos los escalones para bajar a esta. Me quito mis botas y los calcetines, caminando descalza sobre la arena cálida gracias al sol que hay en un día de invierno. Jairo me imita.

Andamos hasta llegar cerca de la orilla y sentarnos para observar como rompen las olas y el rastro de espuma blanca que dejan sobre el suelo canelo antes de volver a aparecer.

—¿Y tú? —pregunta.

—¿Yo qué?

—¿Qué te cuentas? Llevamos como tres días sin vernos, estaba empezando a echarte de menos —bromea, dándome un ligero codazo amistoso.

Le devuelvo el codazo y apoyo mi cabeza en su hombro antes de soltar un suspiro.

Qué fácil sería podérselo contar todo y hablarlo como había estado haciendo con Melania.

Sin embargo, en el instante que dicho pensamiento cruza mi mente, es eliminado en el siguiente segundo.

Melania me comprende y no me juzga porque ella ha vivido en el mismo ambiente que yo toda la vida. Ella comprende lo que es tener que ayudar a tu familia, a escondidas sin que ellos lo sepan, para que luego te echen en cara que nunca haces nada para que resulte ser todo lo contrario.

Melania ha sobrevivido a carreras ilegales de todas las clases. Ella, al igual que yo, ha luchado incluso con más rudeza debido a que somos chicas en un «mundo de hombres peligrosos». Y ambas nos hemos acabado convirtiendo en las más peligrosas de todos ellos.

Pero, ¿y cómo le explico todo esto a alguien que se ha criado aquí?

Cómo le explico a alguien que ha estado rodeado de la calidez y protección de Summerville de la monstruosidad que es Downtown.

Cómo le decía a alguien que ha vivido dentro de la línea invisible que dividía el terror del paraíso, que los que vivíamos en el otro lado nos matábamos —literalmente— para seguir adelante.

¿Cómo se hacía eso?

«Exacto, no se hacía».

—Estudiando. Los exámenes están a la vuelta de la esquina y ya conoces a mi padre.

—Tu padre es muy exigente contigo, ¿no? —pregunta. Me encojo de hombros, sin darle importancia porque realmente es todo lo contrario—. No sé. Te ha tenido todo el fin de semana estudiando.

Opuestos PositivosWhere stories live. Discover now