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ETHAM

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Me vuelvo a colocar la chaqueta y me paso los dedos por mis hebras doradas hasta estar satisfecho con el resultado.

A pesar de llevar gomina y todos los potingues que ha querido echarle mi hermana al pelo para que esté decente, el mismo mechón de siempre se rebela y se suelta.

Bufo, molesto. Vuelvo a pasar los dedos, intentando dominarlo y que se quede en su sitio, pero como la primera vez, vuelve a soltarse así que termino desistiendo.

Me planteo si llevar o no corbata y conociendo a mi padre sé que debería llevarla, pero no me apetece nada.

—¡Etham, en cinco! —grita mi padre, aunque su voz me llega ahogada por la distancia.

Resoplo.

No entiendo por qué tengo que ir a esa dichosa fiesta.

Bueno, si lo entiendo, pero es lo último que me apetece hacer.

Además, necesito saber por qué ella ha vuelto a las dichosas carreras, eso sí que no tiene sentido, y mira que he intentado encontrar algo, pero se vuelve misión imposible cuando le concierne a Agatha.

—¿Has encontrado algo? —pregunto por décima cuarta vez mientras que Philip no deja de teclear.

Niega con la cabeza y entrecierra los ojos. Vuelvo a dejarme caer en la silla.

—¿Ni siquiera el patrocinador?

Vuelve a negar.

—¿Puede participar en las carreras sin uno? —cuestiono, ya barajeando cualquier opción.

—Te diría que no. Pero siendo ella, me plantearía esa posibilidad.

Parpadeo un par de veces, y enfoco la vista en la persona que está en el marco de mi puerta. Su melena castaña por encima de los hombros, su piel con manchas y su mirada canela como la de...

Intento no pensar en ella, y me centro en mi madrastra.

—¿Necesitas algo?

Clava su mirada en mí de una forma un tanto extraña. Sus ojos desprenden añoranza por cualquier lugar que observa.

Como si siempre le faltase algo. No necesita decir en voz que es, porque lo sé perfectamente. O al menos puedo hacerme una idea: no es algo sino alguien.

—Si la ves dile que la quiero —susurra.

—Deberías decírselo tú, Hester.

Hester baja la mirada al suelo y cierra la puerta de mi cuarto cuando se marcha.

* * *

La noche es ruidosa.

A pesar de estar a varios metros de distancia, la música se escapa de las paredes de la mansión. La calle está desolada y en penumbra. Derek aparca el 4x4 y bajamos los tres juntos.

Sorprendentemente, todos vestidos de gala, incluso Philip, que los chándales siempre son su predilección. Aunque hace un divertido contraste con su rostro de matón y la cicatriz que surca su mejilla derecha.

Caminamos hasta llegar a la entrada. Hay un par de seguratas revisando a los invitados. Chequean sus pertenencias, sus bolsos —a las mujeres— y las chaquetas por dentro —a los hombres—. Miro a Philip, que hace un leve asentimiento.

No estoy muy a gusto con entrar a un lugar repleto de los hombres y mujeres más peligrosos de la zona desarmado.

Freno al llegar a la altura del segurata. Al igual que hizo con el resto de invitados, procede a hacer lo mismo conmigo. Intento no dirigir mi mirada a Philip o Derek, pero es que esta fiesta me tiene con los nervios a flor de piel.

Opuestos PositivosWhere stories live. Discover now