12

1.9K 211 62
                                    


ETHAM

-12-

Ella se ha arrastrado hasta la otra esquina del pequeño espacio. Ha encogido sus rodillas pegándolas a su pecho y abrazándolas con sus brazos mientras no deja de mirarme. De manera lenta y cautelosa comienzo a acercarme, acabando a su lado.

—Agatha, escúchame un momento —pido suplicante y su mirada enfadada, se incendia más —, por favor —aquellas dos palabras consiguen desenfadarla, aunque sea al menos un poco.

Ella asiente con la cabeza. Clava sus ojos cafés en mí. Trago duramente y carraspeo antes de atreverme a relatarle todo lo que ocurrió —desde mi perspectiva—. Comienzo a contarle lo que sé, omitiendo algún detalle y cambiando otro.

—Fui a aquella reunión por mi cabezonería. No sabía lo peligroso que podría llegar a ser ese mundo hasta que me vi rodeado por él hasta el cuello. El tiroteo no estaba planeado, no queríamos causar ningún mal. «Va a ser algo rápido», habían dicho repetidas varias veces todos los que nos avecinábamos a la reunión. Luego llegasteis tú y los demás. Philip os iba a entregar el maletín y nos íbamos a marchar, pero entonces los disparos comenzaron.

Hago una pausa para coger aire. Cierro los ojos, intentando aclarar todos los recuerdos que comienzan a colisionarse dentro de mi cabeza en estos momento. Suspiro antes de seguir hablando.

—Mi pa-... jefe, pensaba que los responsables de los disparos formaban parte de tu grupo. Pensaba que nos habíais traicionado y la reunión había sido alguna especie de traición por vuestra parte. Decidió sacarnos de ahí, pero sus guardias se quedaron. Días más tarde me enteré que hubo un muerto de aquella reunión y, a pesar de ser un crío de diecisiete años, me sentí fatal y lloré durante una semana por una muerte de alguien que ni si quiera conocía. Pero aún así me sentía responsable y culpable de ella. Lo sigo sintiendo tres años más tarde.

Vuelvo a tragar saliva. Aparto mis ojos de los suyos para centrarlos en otra parte, que acaba siendo la pared de enfrente del maletero, donde únicamente puedo diferenciar un color: el negro. Oscuridad es todo lo que nos rodea en estos momentos.

Volteo la vista para centrarla en Agatha cuando veo que se remueve en su sitio. Mi mirada choca con la imagen de ella: una persona que está destrozada por el pasado. Las lágrimas vuelven a escaparse de sus ojos canelas. Sin todas conmigo, paso con lentitud y delicadeza mi brazo por sus hombros, acortando los pocos centímetros de distancia que nos separaban.

Sus ojos pardos se pasean por todo el lugar hasta dar con mi rostro. Lo recorre hasta quedarse unos efímeros segundos de más observando mis labios. Yo decido acercarme un poco más. Ella no se ha movido, se ha quedado parada y en espera de mi siguiente movimiento.

—Etham...—dice en un susurro poco audible, pero que yo soy capaz de comprender a la perfección.

Nuestras narices se tocan, sus labios y los míos se rozan sutilmente, como aquella noche en mi habitación. Relamo para después morder mi labio inferior, mientras centro mis ojos en su mirada color chocolate que están brillosos...

Y lo hago.

Acortó la poca distancia que había y nuestros labios chocan, su mano se alza hasta llegar a mi cabello y comienza a mesarlo con lentitud mientras yo acarició una sección de piel descubierta que ha dejado su camiseta al subirse. La pego más a mí y ella arquea la espalda consiguiendo que nuestros pechos estén en contacto.

Coloco la otra mano en su cintura también y la obligo a sentarse a horcajadas en mí. Seguimos sin despegar nuestros labios, mientras ella se mueve de delante a atrás, tentándome. Sus labios carnosos y rosados me están dejando sin respiración, sin embargo, yo los beso como si se tratase de todo lo contrario, como si el contacto de su boca contra la mía fuese lo que me aporta oxígeno. Lo que necesito.

Opuestos PositivosWhere stories live. Discover now