— ¿Estas segura de que estas bien? Llevas días sin salir de la habitación, Ainoah – Murmura mi padre desde la puerta.Esta vestido de traje, con el cabello perfectamente peinado e incluso el olor a su perfume inunda mis fosas nasales provocando que el estómago se me revuelva y tenga arcadas, reprimo las ganas de vomitar y le sonrio de medio lado.
— Estoy bien papá, lo prometo.
Me recorre con la mirada como asegurándose de que realmente le esté diciendo la verdad y luego me sonríe de forma genuina como siempre lo a hecho y sale de la habitación gritandome que me quiere. En cuanto se va salto de la cama y corro al baño, a penas he logrado levantar la tapa del retrete cuando mi estómago decide expulsar todo lo que he comido en el día. Mi garganta arde en el proceso y cierro los ojos rogando porque esto pare.
Siento una mano acariciar mi espalda y encargarse de apartar mi cabello, me giraria para saber de quien se trata pero toda mi atención esta en vomitar lo poco que tengo en el estómago. Cualquier olor o algo que como me hace venir al baño de inmediato y se que es cuestión de tiempo para que comience a llamar la atención. Mi abuela ya sabe que no estoy enferma y mi padre también solo continuó poniendo excusas para no ir a clases.
— Ya, cariño, ya – Murmura y reconozco la voz de mi abuela.
Las arcadas me dan tregua y suspiro sintiendo como una lagrima se desliza por mi mejilla. Me quedo un momento ahí, tomando aire y haciendome a la idea de que mi abuela está atrás esperando a que le diga algo. Me apartó del retrete y bajó la cadena antes de apoyar la espalda en la bañera detrás de mi.
Por un momento ninguna dice nada y lo agradezco, trato de hacerme a la idea de que en cualquier momento tendré que decirles lo que pasa, enfrentar todo esto.
Mi abuela se sienta en el suelo y su mano toma la mía, siento las lágrimas amenazar con volver a derramarse pero me las arreglo para no hacerlo.
— ¿Que es lo que está pasando? – Me pregunta en un tono suave.
Meneo la cabeza y ella parece insistir con la mirada en que hable. Ojalá las palabras pudieran salir de mi boca tan fácil como dar los buenos días.
— Estoy bien, abuela, yo solo–
— Ainoah, te conozco perfectamente y se cuando no está bien – Me interrumpe.
Aplano los labios, tengo que decírselo quiera o no, quizás, solo quizás, ella se convierta en el apoyo que necesito en ese momento. Se que ella no va a juzgarme, que va a apoyarme pero hay una parte de mi, la malvada, que se encarga de convencerme de lo contrario creando diferentes escenarios en mi cabeza en donde ella me mira decepcionada y yo lloro desconsolada pidiendo perdón.
Me doy cuenta de que estoy llorando cuando se acerca para limpiar mis lágrimas y no puedo evitar inclinar la cabeza hacia su mano apreciando el tacto de su mano.
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Virtual (+18) ©
Teen FictionAinoah Sellers, mejor conocida como el bicho raro del instituto. Usa ropa ancha, una talla o dos más grande que ella, es tímida y su círculo de amigos lo puede contar con los dedos... Y aun así le sobran dedos. Tiene una voz diminuta que le habla de...