Ainoah Sellers, mejor conocida como el bicho raro del instituto. Usa ropa ancha, una talla o dos más grande que ella, es tímida y su círculo de amigos lo puede contar con los dedos... Y aun así le sobran dedos. Tiene una voz diminuta que le habla de...
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Se que es una mala idea, que no debería de ir ni por error pero no me dejan echarme para atrás. Si hubiera dicho que no de todas formas me iban a obligar a ir y ¿que podía hacer? Por más que tratara de convencerlos no iban a cambiar de opinión.
Me miró delante del espejo una vez más, no se donde Jenell sacó el vestido pero se ve muy bien, es como esos vestidos de las películas y una parte de mi comparte la emoción de esta noche. Paso mismanos por la tela del vestido en busca de perfección, de que no haya ni una sola arruga. Se que solo hago esto porque quiero pasar menos tiempo en El Infierno. Ladeo la cabeza y mi mirada va hacia mi vientre.
Es ridículo que este tratando de buscar algún indicio de que estoy embarazada cuando ni siquiera tengo tres o cuatro meses. Suspiro. Es momento de que acepte que hay un pequeño ser creciendo dentro de mi, incluso hay una parte de mi que no cabe de la felicidad por saber que tendré a alguien a quien amar incondicionalmente y él a mi.
Llevo mi mano hacia mí vientre y sonrio al espejo, puede que sea muy joven para esto, que no estoy preparada ni nada pero se que cuento con el apoyo de quienes amo, bueno, de algunos de ellos, y también se que soy capaz de cuidar de alguien más.
Morty alza las orejas y mira hacia la puerta pero no levanta la cabeza de encima de sus patitas. Esta acostado en mi cama, entre los cojines y siento algo de envidia. El siempre está tan tranquilo, nada parece afectarle jamás.
— ¿Lista? – Murmura Noah detrás de mí.
Alzo la mirada y él me sonríe cuando nota que es lo que estoy haciendo. Siento como el calor sube a mis mejillas rápidamente por la vergüenza.
— ¿Ya haz decidido cuando decirle a tu padre? – Se apoya en el marco de la puerta.
— Aún no… ni siquiera se como decírselo – Me muerdo el labio inferior.
— Estoy seguro de que te apoyará en todo, Pinky – Me sonríe.
Por un momento me convenzo a mi misma de que tiene razón y que definitivamente cuento con el apoyo de todos. Por un momento me encuentro a mi misma una vez más deseando que mi madre esté con vida para que me dé alguno de sus consejos sabios.
Me aleje del espejo tras darle una última ojeada a mi vestido azul rey. Noah extendió su mano hacia mí y la tomé sin dudarlo, es como si quisiera darme la fuerza que me faltara o al menos yo quería verlo de esa manera. Le sonrei y salí de la habitación haciendome a la idea de que debía afrontar esto si o si.
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El cambio repentino de El Infierno es increíble, mantiene sus luces de colores, la barra llena de personas bebiendo y la música fuerte con la diferencia de que todos van vestidos de gala y que no hay mujeres bailando en las escaleras con poca ropa o sobre pequeños escenarios con tubos que llegan al techo.
Camino tomada de la mano de Noah mientras miro el lugar. Me doy cuenta de que estoy buscando a Axel con la mirada cuando mi corazón se acelera en mi pecho. No está por ninguna parte y eso me lleva a preguntarme si va a aparecer en algún momento o a decidido que no quiere estar aquí porque yo lo estoy.
