TREINTA Y OCHO

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Di por termina la fiesta, tomé las pocas cosas que había traído conmigo y me largue sin despedirme de nadie y sin importarme si me veían o no

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Di por termina la fiesta, tomé las pocas cosas que había traído conmigo y me largue sin despedirme de nadie y sin importarme si me veían o no. No quería estar en ese lugar, no quería estar en un lugar donde estuviera Axel.

Me había amenazado, se que vive haciendolo o que al menos lo hacía, por un momento creí que nuestro trato había quedado de lado, que Axel por fin me vería como yo tanto desee pero estaba equivocada, jodidamente equivocada y quería golpearme a mi misma por creer en algo erróneo.

No pensé que el tema de mi identidad volviera a ser polémica entre nosotros, otra cosa de la que estaba equivocada junto con la esperanza que albergaba de que iba a cambiar de opinión para apoyarme en mi decisión pero no había pasado nada de lo que creía. Si, yo misma cree una mentira.

Me dijo que me quería, que me necesitaba y le creí, como una idiota creí cada una de sus palabras.

El aire helado de la noche me obliga a abrazarme a mi misma mientras espero a que un taxi pase, tengo el estómago revuelto y un nudo en la garganta. Por supuesto que era mala idea venir pero me convencí de lo contrario porque como toda adolescente quiero vivir al máximo las pocas experiencias que se me presentan.

Ahora ya no podrás vivirlas.

Me muerdo el interior de la mejilla con tanta tanta fuerza que siento el sabor de mi sangre en la boca. No tengo ni la menor idea de que hora es pero agradezco correr con la suerte de conseguir un taxi. Subo sin molestarme en prestar demasiada atención al conductor y le indico la dirección a la que debe llevarme. La calefacción del auto me hace sentir levemente mejor pero eso no ayuda a que el aturdimiento que siento pase.

Recuesto mi cabeza del asiento y miro por la ventana como los autos y edificios pasan lentamente. Una especie de alivio me aborda cuando dejó el club atrás, entre más me alejo de Axel me siento mejor. Cierro los ojos y sus palabras se reproducen en mi mente una y otra vez.

Me rindo, ya no puedo seguir haciendo todo lo que Axel quiere, no voy a deshacerme del bebé solo porque él lo quiere o porque me lo haya ordenado, no es mi padre, no es nada mío. Si tiene que revelar mi secreto entonces que lo haga, estoy harta de hacer lo que dice por protegerme a mi y a mi familia. Inconscientemente llevo mi mano a mi vientre aun con los ojos cerrados y me repito a mi misma que está es la mejor decisión que he tomado en mi vida y que puedo con ello.

El taxi se detiene y abro los ojos, las luces de mi casa aún están encendidas lo que me da a entender que todos esperan por mí. Bajo del auto dándole un billete al taxista y suspiro. Al menos ya estoy en casa, lejos de Axel. Pará cuando entro mi padre esta sentado en el sofá con mi abuela charlando sobre alguna cosa.

— ¡Cariño! ¡Que bien que llegas! – Dice mi padre.

Le sonrio de medio lado y me acerco a ellos. Quiero irme a mi habitación y refugiarme en mis sábanas pero no voy a ser mal educada con mi padre. Mi abuela parece darse de que algo me pasa porque frunce el ceño demasiado. Finjo que no me doy cuenta y vuelvo a sonreír.

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