Ainoah Sellers, mejor conocida como el bicho raro del instituto. Usa ropa ancha, una talla o dos más grande que ella, es tímida y su círculo de amigos lo puede contar con los dedos... Y aun así le sobran dedos. Tiene una voz diminuta que le habla de...
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Ahora tengo que pensar como demonios le voy a explicar esto a Noah. La verdad es que anoche no le di muchas vueltas a lo que Noah me diría después de verme con Axel.
¿Ahora quieres golpearte? No te diré que no lo hagas porque lo tienes merecido.
Bufo buscando algo que ponerme. Encuentro los pantalones del disfraz de genio y una sudadera sobre una silla. Le resto importancia a el aroma de Axel impregnado en la sudadera. Comienzo a sentirme asustada, nerviosa por todo lo que Noah puede llegar a decirme.
Por supuesto que él no puede meterse en mí vida, ni yo en la suya, es algo que todo mundo piensa. Pero es inevitable que yo no me meta en la suya o él se meta en la mía. Tenemos años y años siendo amigos, somos hermanos prácticamente y muy en el fondo se que Noah se preocupa por mi, que no me gusta lo que está pasando con Axel. Y a mi tampoco... Bueno eso es una mentira.
En parte no me gusta esto porque Axel es quien me esta chantejeando con revelar mi secreto, el jodido y oscuro secreto que tengo. Y por otra parte me gusta como me siento con él, a pesar de que soy consciente de que nuestros encuentros siempre conllevan a tener sexo.
Hoy es noche de sexo.
Salgo de la habitación, el olor a tosino se vuelve más fuerte y el estómago me ruge pidiendo un poco. Estoy de acuerdo con él, huele de maravilla pero mi prioridad en este momento es Noah. Creo que las cosas no van tan mal, Axel estaba bien por lo que vi, Noah no lo golpeó ni nada.
Encuentro a Noah sentado en el sofá, a un extremo está Axel, ambos muy separados del otro mirando lo que parece ser un programa de criminologia. Alza la mirada cuando me nota y me alegra saber que no me está fulminando.
— Vámonos – Demanda levantándose.
A Axel se le dibuja una diminuta sonrisa en los labios que solo yo logro ver. De pronto me sentí como esas mujeres de la guerra civil o esas que vivían en pueblos usando largos vestidos y cuidando gallinas, me sentí así al ver el abdomen de Axel, no había reparado en él antes. Me imaginé siendo una de esas mujeres, lavando mi ropa en ese abdomen.
Dios, das asco.
Noah alza una ceja y señala la puerta para que lo siga. Asiento, no tengo ganas de discutir con él y me parece maravilloso que me haya venido a buscar, así llegare a tiempo para ir con mi padre al club.
Salgo del departamento detrás de Noah con la cabeza agachada como si me sintiera muy avergonzada, lo cual no es mentira. Noah me a venido a buscar como si fuera mi padre y no pienso quejarme. Recuerdo todo lo que pasó anoche, sobre todo lo que hice con Axel después de colocarme el disfraz que el compró.
Ninguno de los dice nada, mientras estamos en el auto siento que el silencio me asfixia o me ahoga, aunque creo que es lo mismo.
