•°28 Pétalo°•

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Liu Mingyan no tenía voz.

No podía opinar. No podía decidir. Ni mucho menos podía negarse.
Ella no imaginó que las cosas serían así. Cuando el acuerdo se rompió ella se sintió feliz de poder hacer su vida a su manera, de poder amar a quién ella quisiera.

Ahora que se estaba probando ese vestido de novia sentía que toda su vida estaba decidida. Lo peor de todo es que fue el mismo Shen Qingqiu quien volvió a sacar este acuerdo de la nada.

Ella se sentía traicionada.

"Es un vestido hermoso. ¿Qué opinas, cariño?" Preguntó la señora Liu.

Su madre se encontraba emocionada pero también un poco agotada, la boda había sido decidido de un día para otro y había tanto que planear.

La joven suspiró. No quería casarse pero no tenía otra opción.

Si tan solo fuera capaz de enfrentar a su padre.

Asintió sutilmente y su madre se levantó emocionada. "Perfecto, entonces nos llevaremos este."

A Liu Mingyan el diseño del vestido no le importaba, después de todo apenas habían tenido tiempo para decidir; mientras se viera bien y a su madre le guste, lo usaría.

Bajó del pequeño estrado redondo y siguió a la dueña a los vestidores para quitarse el vestido.

"Te queda maravilloso." Comentó al llegar. "Lo mejor es que esta exacto a tu talla por lo que no se tendrán que hacer modificaciones."

Liu Mingyan volvió a asentir con una corta sonrisa y la señora se sintió mal. Había atendido a todo tipo de novias, desde tranquilas hasta exigentes por eso podía decir claramente que esta chica no se quería casar.

Se dio cuando de inmediato al escuchar la fecha, era muy pronto y la expresión cabizbaja de la joven se lo confirmó; sin embargo su trabajo solo era dar a probar los vestidos, no podía hacer más para hacer cambiar a la madre de opinión.

Mingyan miró el espejo frente a ella y vio el rostro afligido de la mujer que la acompañaba. Trató de sonreír pero seguía sin poder hacerlo con naturalidad.

Aunque debía practicarlo para poder lucir radiante en su matrimonio.

Shen Qingqiu vio la puerta abrirse y una mucama entró con una caja.

"Joven Shen." Hizo un reverencia. "Aquí tengo para usted el traje de usará el día de su boda."

Shen se acercó y miró dentro, hizo un ademán y solo ordenó que lo dejaran en su cama.

Ya solo faltaba un día para su matrimonio, lo peor de todo es que ni siquiera había podido dejar las cosas claras con Binghe.

Aunque tal vez ya no había nada que dejar en claro. Por mucho que haya intentado hacer una voz robótica para dar a conocer que estaba siendo obligado, no sabía si el chico se habría percatado de ello.

Tampoco había podido ser tan obvio porque su padre estaba allí y teme que su voz robótica se haya escuchado distante o cruel.

Desde esa madrugada tampoco había podido ver a Shen Jiu. A veces era visitado por su madre quien no paraba disculparse por lo sucedido y por ser tan inútil de poder cuidar de su propio hijo.

A la señora Shen ya no le importaba el estatus o lo que dirían los demás, tampoco le importaba si su hijo quería estar con otro hombre. Después de ver a su marido golpear a Shen Yuan se dio cuenta que las cosas estaban mal.

Su pequeño niño había sido educado de forma frívola desde muy joven, cada vez que se equivocaba su padre golpeaba las palmas de sus manos. Un castigo por una equivocación fue lo que moldeó la personalidad de Shen Qingqiu y lo volvió tan precavido.

Los susurros de una flor [BingQiu]Where stories live. Discover now