XXVIII

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XXVIII. Nueva casa


Juego con mis dedos cuando parcialmente, la clase termina.

Él continúa explicando varias dudas que algunos de mis compañeros le habían planteado. Ya que, sin saberlo, esta era la clase preferida del gran 80%  de los estudiantes, y lo admito, me incluyo.

Mis dientes atrapan la goma del lápiz con el que estoy jugando mientras lo observo desde arriba anunciar que la clase acabo y que ya podemos salir.

Henry vuelve al podio recabando un par de papeles antes de guardarlos en lo que parece ser, su portafolios.

Todos se apresuran a salir, mientras Lena y yo guardamos nuestras pertenencias. Ella nota el descaro con el que me la he pasado observando al profesor.

—¿Es bueno? —su voz me saca de mi ensimismamiento.

—¿Qué?

—El sexo con el dios griego, ¿Es bueno? —frunzo las cejas y bufo.

—No tienes idea de la bestia que tiene entre las piernas, maldición. —le susurro, a lo que la castaña solo abre los ojos de par en par y la mandíbula casi se le cae al suelo de tanto que abre la boca.

—Sucia. —río poniendo mi bolso de la escuela sobre mi hombro. Ella hace lo mismo y juntas, somos las últimas en salir. —Lo eres... lo eres, perra. —volvemos a reir estando a centímetros del escritorio.

Él me mira.

—Señorita Ballard... ¿Podría quedarse un momento? —le escucho decirme e inmediato observo a Lena. Ella me sonríe con picardía y me guiña un ojo antes de continuar caminando e irse hasta cerrar la puerta. Giro sobre mis talones y comienzo a caminar hasta donde se encuentra ligeramente apoyado del escritorio con los brazos cruzados.

—Usted dirá... profesor... —mis dientes atrapan mi labio al estar ya parada frente a él.

—Profesor... —repite absorto mientras observa detenidamente la forma en la que suelto mi labio. Acto reflejo, sus manos se adueñan de mi cintura, haciéndonos cambiar de posición. Me tiene acorralada contra el escritorio.

—Alguien puede ve... —no me deja terminar de hablar cuando ya siento de golpe sus labios estampándose con los míos. Su lengua con urgencia busca la mía, dándole suaves mordiscos a mi labio inferior. Me siento sobre la base del escritorio enredando mis piernas al rededor de su cadera. Henry acaricia mis muslos y piernas hasta que toma pieza de mi trasero y comienza a frotarnos, robando de mi boca un ligero gemido.

Esto estaba comenzando a excitarme y aquello no podía pasar en pleno anfiteatro de las clases. Entonces me alejé, aún deseando que lonque comenzamos,.se consumara.

—Basta, basta... —río poniendo mis manos sobre su pecho. —¿Quieres romperme en dos? —ahora es él quien ríe —Ayer lo hicimos muchas veces, repetimos hasta muy tarde y hoy por la mañana, debemos para o a este paso se hará realidad el comprar la silla de ruedas. —ríe mientras juego con su corbata.

—¿No quieres sumar otro a la lista? —bromea basándome fugazmente de nuevo.

Nunca tendré suficiente, cariño. —le hago saber —. Pero ahora no es posible.
No es el momento y se me hace tarde. —deposito un suave pico en sus labios antes de bajarme y tomar de nuevo mi bolso.

𝐃𝐀𝐃𝐃𝐘 #𝟏 |njh| © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora