XLII

1.9K 137 79
                                    

XLII. Heridas certeras

 Heridas certeras

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Grace

Han pasado casi dos días después de mi última crisis, volví a recaer en el maldito hoyo sin fondo.

Ya veo lo mucho que les importo a mis padres y lo mucho que "a pesar de estar molestos, dicen amarme".

Abajo se escuchan las risas y el tamborileo que hace retumbar la casa con música italiana.

La detesto.

Ninguno se ha dignado a siquiera asomar la cabeza junto al umbral de mi puerta, mucho menos cuando el doctor Stan me visitó esta mañana.

Y está bien, no esperaba que lo hicieran. Sola he estado siempre y sola pienso salir del agujero esta vez.

Levanto la mano con cuidado de que la aguja no se clave en zonas indebidas de mi piel cuando me estiro para tomar mi espejo de mano.

Es increíble lo que 24 horas, pinchazos y altas dosis de ansiolíticos pueden hacerle a tu cuerpo. Apenas el primer día desde la "recaída" y un segundo con agujas metidas en las venas.

Nani me obligó... y aquí está ella, regañandome una vez más.

—... pero no quieres comer —recoge mi canasto de ropa sucia entregándoselo a la muchacha de limpieza—, no hay otro remedio mi niña. Es eso o que mueras de hambre y te aseguro que no va a suceder. Así tenga que darte yo misma la comida, pero te vas a alimentar y eso no está en discusión.

—Nani...

—No Grace, no me digas que estás bien porque te conozco lo suficiente. Podrás ser la actriz del año pero conmigo no.
Sé cuando estás mintiendo por muy difícil que parezca. A mi no me vendes el cuento de que estas bien. Entiendo que no quieras contarme que te sucede, no te obligaré, pero mínimamente quiero que esto... no vuelva afectar tu salud como lo hizo cuando estuviste en rehabilitación. —le doy la razón.

En ese tiempo, era literalmente un saco de huesos, pálida, demacrada. Los ansiolíticos suelen ser demasiado fuertes. La mayor parte del tiempo cuando me los suministraban, me sentía relajada, somnolienta todo el tiempo. Quizás para entonces mi cerebro reaccionaba de aquella forma, adormecido... justo como ahora.

Son los efectos del lorazepam. Apaciguan la ansiedad y me mantienen "a raya" durante el día. Ahora que me han extendido los días de suspensión de tres a cinco, bueno... me dará un chance de poder descansar.

No he salido de mi alcoba para nada desde ayer cuando ingresé, desde mi crisis. No he tenido que ver su asquerosa cara y mucho menos toparme con él. Le pongo el pestillo a la puerta por las noches y duermo abrazada a mi almohada, cubierta hasta la barbilla... repitiendo la misma película de mis pesadillas.

Él tocándome...

"—Vamos a jugar un juego de amor..."

Maldigo la hora en la que acepté y no grité, no me negué porque mis ganas de un juego eran mayores.

𝐃𝐀𝐃𝐃𝐘 #𝟏 |njh| © Where stories live. Discover now