XXXVII

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XXXVII. Almacén

 Almacén

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Niall

Con los lentes oscuros puestos, meto las manos dentro de la sudadera con la que me cubro. Entro en la lujosa cabaña que me corresponde encontrándome con la imagen desecha de Nancy al borde de la cama, con el maquillaje corrido, el cabello alborotado y las manos temblorosas.

Joder, aquí vamos.

—Entonces es oficial... te importo tan poco que ya nisiquiera me respetas como tu esposa que bien sabes que soy.

—No empieces. —bramo hastiado de sus reclamos.

—¿Estuvo buena la faena? —me pregunta tratando de mantener la firmeza en el tinte de voz temblorosa con la que me habla. No respondo.

Para que negar lo evidente.

Las marcas en mi cuello cuando me saco la sudadera quedando en camiseta
son más que notorias— Nisiquiera te molestas en negarlo o cubrirlas. —lagrimas descienden de sus ojos empapandole las mejillas al no despegar la mirada de mi cuello y los chupetones.

Ruedo los ojos sacandome la camisa y encaminandome al baño.

—Si ya sabías que estaba cogiendo, ¿Para qué haces tanto drama? —me deshago del short de playa mojado y me meto a la ducha encendiendo el agua caliente. Nancy entra estrellando la puerta contra la pared.

—Que cínico eres... no lo niegas. —se cruza de brazos esperando una respuesta. La ignoro y prosigo a asearme lavandome el cabello. La espuma del shampoo me ciega un momento y cuando acabo, me la retiró bajo la regadera recordando los empellones que le dí a Grace bajo esa cascada—, ¡Mierda, respóndeme algo aunque sea! —que mujer.

—¿Y qué quieres que te diga? —me peino el cabello hacia atrás con las manos cuando ya no hay rastros de espuma—, ¿Quieres saber si lo disfruté? ¿Quieres los detalles de como me la follé? Con mucho gusto te los comparto.

—¡¿Quién es esa perra?! —si supieras...

—Deja la gritadera, me causas migraña e interrumpes mi ducha y por si no lo habías notado, esto es un baño no un estrado, así que úsalo o salte.

—¿Porqué me tratas así? ¿Qué te hice para merecer que me faltes al respeto de este modo? Tú no eres así.

—Tú no me conoces, jamás lo hiciste.

—Claro que te conozco, y quiero de vuelta al hombre con el que me casé.

—Conoces la versión patito feliz embustero. Esto nisiquiera es un matrimonio... es una farsa que ya me tiene hastiado con tanta estupidez tuya.
¿Quieres que te recuerde palabra por palabra, mentira por mentira y acción tras acción? —se calla—, tú sola te encargaste de ganarte mi desprecio año tras año, Nancy, no me vengas con la careta de la mujer digna ahora y da gracias que a duras penas te tolero, de no ser porque te empeñas en encadenarme a tu mierda yo ya estaría viviendo mi vida, a mi gusto y felizmente divorciado.

𝐃𝐀𝐃𝐃𝐘 #𝟏 |njh| © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora