Giro lentamente el rostro hasta que parcialmente lo veo. Con las manos esposadas al frente, de pié, portando un uniforme negro de recluso, tiene el cabello ligeramente alborotado, húmedo. Me mira en busca de reacción.
Mi instinto solo me lleva a comenzar a avanzar a paso lento. Él lo hace de igual forma, me examina como si estuviese buscando algún indicio de algo...
Y yo hago lo mismo.
Es el mismo hombre que jugaba al té conmigo y me perseguía por los alrededores del jardín en muestra casa en Skagen.
Mis memorias se han borrado desde que los abusos de Luciano comenzaron pero sus recuerdos los tengo presentes.
Tomamos asiento al mismo tiempo sin romper el contacto visual.
—Onkel... —soy quien toma la iniciativa a la hora de hablar.
—Du er så smuk... —sonrío ante el cumplido.
Desliza ambas manos esposadas sobre la mesa en busca de mis manos. No le niego la oportunidad pero su contacto es...
Me hace suspirar.
Es como estar durante muchos años lejos de casa y de la nada... regresar. Es sentir esa sensación de protección que no había tenido desde los cinco años.
Cuando me consideraba una niña "normal".
Me vuelvo a sentir pequeña, indefensa...
Los recuerdos de mi infancia feliz a lado de mi tío Elijah se convierten en puñales dolorosos que se fusionan con el infierno que viví bajo la supremacía de Luciano. Cuando él no estaba... cuando mi confidente se alejó...
Toma mis manos y las cubre con las suyas. La característica tinta de sus tatuajes son lo único que me permito ver. El picor en mis ojos es inminente... es real.
Es real.
—Hey... —llamo al guardia de seguridad y este entra de inmediato—, retirelas. —le digo refiriéndome a las esposas.
—No puedo hacer eso. Es contra las...
—Me limpio el culo con sus reglas, quiteselas y no me discuta señor Thompson. Tenemos un acuerdo. —el guardia duda un poco pero acata mi orden sacando el juego de llaves con el que se las quita y se las guarda antes de salir.
