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LI. Alquitran negro

 Alquitran negro

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Grace

Todo en mi cabeza da vueltas, me siento mareada, contraigo el estómago pero no dejo de tomar del pico de la botella.

El whisky quema cuando traspasa mi garganta. Arde pero no como me arde el pecho después de recibir todo ese supuesto "amor paternal".

Me adentro en el casino mostrando la membresía que hay a mi nombre y que nunca utilicé. Me dejan entrar e inmediatamente me dirijo a la sala de apuestas donde me respaldan personas que no he visto ni una vez de joda en mi vida. La siguiente ronda llega, me tocan los dados y después de sacudirlos dentro de mis palmas, los aviento ganando la ronda completa. Me entregan lo que hasta ahora he llevado. Estoy jugando contra hombres y mujeres de elegantes vestuarios que no tienen problema con divertirse y apostar conmigo.

Pido tragos a lo maldita sea.

Vaso tras vaso, todo tipo de alcohol ha corrompido mi sistema. Estoy ebria, lo sé. Solo un último juego y me largo.

Uno que por supuesto, vuelvo a ganar.

Esta vez, un premio mayor.

Un auto.

Me entregan las llaves, me despido de mis fraternales amigos de apuesta y me largo, no sin antes ser detenida por un tipo que posee una botella en la mano. Un traje fino con la corbata un poco floja y una radiante sonrisa.

Borracho.

—Así que tu eres la dichosa Grace. —me dice. Le quito la botella y tomo un largo trago de esta.

—Aja, ¿Quién eres tú? —me quita la botella y toma otro trago antes de regresarla.

—Patrick —extiende su mano hacia mi—, un placer. —el tipo es agradable. Por ello tomo su mano y la estrecho de igual forma.

—Supongo que ya conoces mi nombre —asiente—, soy Grace.

—Bien Grace, ¿A dónde irás? —me encojo de hombros.

—¿Ideas? —el tal Patrick me sonríe tomando mi mano y sacándome del casino.

Le entrego las llaves del flamante auto negro convertible, sinceramente no sé dónde lo pondré pero un golpe de suerte si es.

El techo desaparece y el descapotable me revuelve el cabello. Patrick me lleva a un conjunto de bares y antros donde el ambiente parece ser bastante bueno. Bajamos juntos y el hombre saluda a todo Dios cuando entramos. Nos asignan una de las mejores mesas en la segunda planta. Beyocé revienta los altavoces con Crazy in Love mientras nos hacemos paso entre la gente. Los amigos de Patrick nos reciben, hago muy buena mancuerna con todos. Tanto hombres como mujeres. Curioso es que dos de ellos son policías y no lo parecen. Diferentes nacionalidades, divertidos en todo su esplendor.

𝐃𝐀𝐃𝐃𝐘 #𝟏 |njh| © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora