(Las faltas de ortografía serán corregidas, un beso <3. )
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Niall
Buena, buena la imagen de Henry Cavill entrando a besos y jadeos en su habitación, no es.
Apresuro el paso llegando hasta la cornisa del muelle. Dudo antes de entrar, pienso en que demonios le voy a decir y...
Los observo por el espacio a suelto que queda en la puerta que ahora está entreabierta. Ella jadeando con las manos apoyadas en el escritorio, sus esbeltas piernas sobre los hombros de Cavill y sus gemidos comienzan a ser audibles mientras el hombre se esmera comiendo su pequeño sexo a lametones.
Ella intenta cerrar las piernas pero él se lo impide causando que el ímpetu del orgasmo la abarque. De un momento a otro, ella abre los ojos postrando aquellas esmeraldas brillantes sobre los míos.
Sabe que la estoy mirando y no hace más que jugar con el cabello del tipo que tiene el rostro en su entrepierna.
La faceta de niña traviesa podría encenderme los celos en un maldito segundo. Quiere provocarme mirándome de aquella forma, es verdad que anhelaría ser yo quien estuviese entre sus piernas ahora mismo pero muy aparte de darme el lío del arranque, lo que hace es que me la endurece de principio a fin.
Respiro pesado cuando Henry se levanta dispuesto a besarla, beso al que ella no se le ve indiferente y corresponde. Se aleja para mirarme y me llama.
—¿Te nos unes, cariño? —musita haciendo voltear a Cavill. Henry le besa el cuello apartando la mirada un momento— No nos molesta compartir... ¿Cierto, corazón? —el britanico niega. No vacilo a la hora de entrar y cerrar con el pestillo.
Avanzo con las manos metidas en los bolsillos y la polla dura desde que le vi entrar con ese vestido adherido al cuerpo.
Tira de mi saco poniéndome a la altura de Cavill. Él observándole los labios y mis ojos dirigiéndose hacia las tetas que se le marcan en la tela del vestido al no tener sostén.
—¿Tienen problema con eso? —inconscientemente nos miramos entre nosotros, me dá la sensación de lo que está próximo a suceder.
La miramos y con un simple ademán, negamos al mismo tiempo. Igual a dos bestias dominantes peleando por saborear las mieles de aquel bello corderito.
Tira de mi camisa con la sonrisa más satisfactoria, destilando lujuria hasta por los poros. Mi boca busca ma suya por instinto, me embargo de su dulce y ligero sabor a licor bajo la mirada expectante del profesor.
