EXTRA (5)

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BALLARD

BALLARD

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Shane

Me considero una persona capaz de sobrellevar cierto tipo de pesadez, de carga que no me corresponde sobre los hombros. Considero que mi lealtad está con la alta guardia y nadie más. Con mi verdadera familia.

Han sido años con veneno inyectado en las venas, años con sed de venganza, sangre y destrucción.

Es todo lo que me rodea.

Desde pequeño ha sido así.

La mitad de mi vida he sido forjado, criado y moldeado por la jauría de lobos que incorporan la organización.

Cuando el día de sangre explotó y casi morí en aquel quirófano. Cuando tuve que ser olvidado por el tiempo, oculto y escondido por las únicas personas que en verdad han puesto la vida en juego por mi y desde lejos, por mi hermana.

Años y años deseando este momento.

Anhelandolo.

Por fin la sangre toca mis manos.

Aprendí a tirar desde los trece años, me forjé entre peleas clandestinas y aprendí a defenderme por mi cuenta bajo la tutela de mi abuelo. Soy un asesino desde los quince, mis estrategias han salvado el culo de más de uno aquí. Mis ideas son puestas en práctica, tengo buena puntería cuando pongo un objetivo en la mira y no descanso hasta obtenerlo.

Ahora, mientras acaricio en silencio la mejilla de mi melliza, siento que por fin ha regresado esa mitad que me faltaba para encajar.

Quizás fué la impresión de ver un fantasma del que creyó todos estos años que estaba más que podrido a tres metros bajo tierra.

Perdió el conocimiento.

—Ten. —Yusef me extiende el frasco de cristal con algodones y alcohol. Extraigo uno de este y lo coloco en la punta de la respingada nariz de mi hermana. Misma que comienza a reaccionar unos minutos más tarde.

Mi padre se acuclila junto a ella, quien yace como toda una princesa somnolienta, tendida sobre el sofá.

—Vågn op skat... —acaricia su mejilla cuando ella comienza a abrir los ojos.
Mismas perlas verdes que se humedecen cuando se posan sobre mi, sobre mi abuelo y nuestro padre.
Yusef suspira con las manos metidas dentro de los bolsillos, está ansioso y no le despega los ojos de encima—, ¿Cómo te sientes, muñequita?

Ella no contesta, solo se limita a derramar lágrimas silenciosas mientras me mira.

Años esperando este momento y cuando por fin lo tengo, siento que voy a desfallecer.

Bror... —la palabra pronunciada por aquellos enrojecidos labios a causa del llanto, me eriza la piel. Extiendo mis manos, dejando de lado el cuenco de algodones. Elijah sostiene su mano izquierda mientras que yo rodeo el sofá egipcio y tomo la izquierda envolviéndola con mis palmas.

𝐃𝐀𝐃𝐃𝐘 #𝟏 |njh| © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora