Capítulo 67 "Un Gran Secreto"

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El gran día había llegado, en la casa de Alessandra, Astrid se preparaba para la boda, Becca la ayudaba a maquillarse y Alessandra se encargaba de peinarla.

—Estas lista, —Dijo Alessandra colocando el velo en su cabello—.

—Te ves muy bonita Astrid.

—Gracias Becca, —Sonrió con tristeza al ver su reflejo en el espejo, parecía todo un sueño verse así—.

"En el internado Reth se preparaba para salir con dirección a la iglesia, los demás también irían, querían despedir a su amigo".

—¿Así que no has cambiado de opinión?, —Escuchó decir a sus espaldas—.

—No Lucifer, no he cambiado de opinión.

—Espero que tengas suerte Reth, ojalá no te arrepientas de la decisión que has tomado.

—No lo haré, —Afirmó seguro—, ahora si no tienes nada más que decirme, me voy, no quiero llegar tarde.

—No Reth, ve tranquilo, —Lo miró sabiendo que le esperaba un infierno por vivir—.

Tomó las llaves del auto y condujo con dirección a la iglesia, eran pocos los invitados, pero eso era lo de menos, él solo quería ver a su chica, aunque a la misma se le empezaba a hacer tarde.

—Es normal que tarde un poco Reth, las novias son impuntuales, —Afirmó Drac—.

—Pero Alessandra y Becca ya están aquí.

—Sí, pero no es con ellas con quien te vas a casar, es casi una tradición que la novia llegué tarde a la boda.

—Tienes razón.

—Ya llegó la novia, —Avisó Ezra dando la señal para que la marcha nupcial empezara a ser tocada—.

Miró con dirección a la puerta y una sonrisa se formó en su rostro al ver entrar a Astrid con aquel hermoso vestido que la hacía lucir como una princesa, su princesa, aunque ver que venía del brazo de Alessandro lo inquieto mucho.

—Bien por ti Reth, que seas feliz en tu matrimonio, —Lo felicitó Alessandro entregándole a Astrid, parecía mentira que aquella dulce joven había llegado a calmar los demonios de su atormentada vida, entrelazó su mano con la suya y se quedaron en silencio escuchando el sermón del sacerdote—.

—Reth, aceptas como tu esposa a Astrid y prometes serle fiel en las alegrías y penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de tu vida, ¿hasta que la muerte los separe?

—Sí, acepto, —Contestó mirando con amor a Astrid—.

—Astrid, aceptas como tu esposo a Reth y prometes serle fiel en las alegrías y penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de tu vida, ¿hasta que la muerte los separe?, —Se quedó en silencio sin responder, haciendo que el sacerdote volviera repetir la pregunta y volteó a ver hacía atrás encontrándose con Lawrence que triunfante observaba todo lo que había conseguido—.

—Astrid, —Llamó Reth buscando su atención—, responde a la pregunta.

— Astrid, aceptas como tu esposo a Reth y prometes serle fiel en las alegrías y penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de tu vida, ¿hasta que la muerte los separe?, —Volvió a repetir el sacerdote—.

—No, no acepto, —Respondió Astrid soltando la mano de Reth y dejando a todos perplejos por su respuesta—.

—¿De qué estás hablando Astrid?, —Exigió saber—.

—Jamás me casaría con un asesino como tú, —Lo empujó alejándolo de ella—.

—¿Qué?, —Preguntó Reth sin entender lo que decía—.

—Tú sabes bien de que hablo, no sabes el esfuerzo que he tenido que hacer para estar contigo, te odio, —Le soltó furiosa—.

—No es cierto, tu me amas.

—No finjas asombró, tu sabes bien  que  eres el causante de todas mis desgracias, por tu culpa tuve que vivir en ese maldito orfanato, tú mataste a mi madre, y tú, —Se dirigió a Drac—, ¿cómo pudiste hacerte amigo del hombre mató a la mujer que tanto decías querer?.

—¿Quién eres?, —Se acercó Drac hasta ella sin entender el porqué de sus reclamos—.

—¿No me recuerdas?, —Lo encaró con los ojos llenos de lágrimas—, claro, claro, mi nombre no te es conocido, pero es el nombre que me dieron en el orfanato papá, —Reveló dejándolo en blanco—.

—No es cierto, esto tiene que ser mentira, —Indicó Drac incrédulo de la confesión de la joven—.

—No lo es, ¿ahora entiendes porque te recordaba a alguien?.

—No, esto es un error, mi hija está muerta.

—Soy yo, no sigas tratando de negarlo, eres un cobarde, me abandonaste, eres un miserable igual que él, —Miró a Reth con desdén—.

Sintió que su mundo se iba al piso y aunque intentaba en vano negarse a la idea de que su hija estaba viva, ella tenía razón, el parecido que tenía con la mujer que tanto había amado era mucho y esa era una de las razones por las que le gustaba estar con ella, no sentía una atracción física, pero si una emocional y por mucho que quisiera negarlo más de una vez pensó en que su hija tendría la edad de Astrid si ella no hubiera muerto junto con su madre, cerró los puños con fuerza y golpeó a Reth enviándolo al suelo.

—Te metiste con mi hija, maldito bastardo, —Lo alzó del suelo solo para volver a golpearlo, iniciando así una pelea que destruyó en cuestión de segundos una amistad que los había convertido casi en hermanos—.

RETH "Capítulo 2 Obediencia" (TERMINADA)Where stories live. Discover now